jueves, 28 de junio de 2007

¿Grandes fraudes?

El pasado lunes se celebraron 60 años de que “El diario de Ana Frank” saliera a la luz pública, un documento de gran valía histórica y narrativa. En él uno puede acercarse en una mirada personal a un evento que involucró a millones de seres humanos que padecieron los horrores de la Segunda Guerra Mundial y de un sujeto deschavetado que jugaba a ser dios.

Leí este libro cuando tenía como 11 años de edad y aunque a estas alturas no sé ni dónde quedó ese ejemplar, me acuerdo que la historia de Ana me impactó muchísimo, pero no su Historia, con mayúscula (a esa edad sabía de guerras lo que hoy sé de medicina) sino su historia propia, todo aquello que contaba sobre su corazón, sobre sus ideas, sobre sus planes. Fue tal, que gracias a ella bauticé el diario que entonces llenaba de relatos absurdos e ingenuos y que hoy –creo- son la más clara explicación de mi gusto por la escritura.

Y como curiosamente hace poco me renació esa sensación de estar en contacto con mis inicios literarios, adquirí un nuevo ejemplar del Diario de Ana Frank y me puse a navegar a ver qué curiosidades encontraba al respecto. De repente aparece ante mis ojos una página bajo el título “La falsificación literaria más grande del siglo XX”, firmada por el Grupo de Estudios RT 791, en la cuál se asegura que un par de historiadores han demostrado públicamente que el único “sobreviviente” de la familia, Otto Frank, padre de Ana, fue el autor de esos estremecedores relatos. Según se explica, el señor Frank jamás quiso someter el manuscrito a pruebas de autenticidad, así como también que las pruebas de caligrafía no corresponden a la letra de una niña de 13 años, que está escrito con un tipo de bolígrafo que no fue inventado hasta 1951 y que hay en ese diario ciertos pasajes de tipo sexual que no encajan con el perfil de Ana.

El caso es que tras una larga lista de “evidencias”, el Grupo de Estudios RT 791 pretende dar otra cara a la versión aceptada históricamente que, ni así, le resta la emoción narrativa que poco importa a las niñas de esa edad que gracias al Diario tienen un acercamiento con el lenguaje personal, con la intimidad de uno mismo.

Este hallazgo me recordó mis primeros días como cibernauta, cuando, maravillada, encontré una explicación puntual donde se asegura que el hombre nunca llegó a la Luna, y que aquello fue un tremendo montaje fotográfico con errores garrafales como el aire que ondea la bandera en un lugar donde claramente no existe tal, sombras que no coinciden con la posición del Sol, etc, etc. Suena gracioso, pero jamás hemos oído que con los telescopios tan potentes de hoy en día alguien haya visto por ahí el lábaro estadounidense engalanando algún cráter lunar… ¿o si?

Grandes acontecimientos o grandes fraudes, eso que lo decida la ciencia. Lo cierto es que un diario o la llegada a la luna, nos dan perspectivas distintas del paso del hombre y nos invitan, por qué no, a la reflexión personal sobre la humanidad. Y eso es lo único que importa.

2 comentarios:

Yomera dijo...

orale! y no será fraude lo del fraude de Ana?...je....lo del hombre en la luna, ya lo había leído....así somos, inventamos historias, relatos, hechos, distractores....concuerdo con tu opinión acerda de la reflexión....

saludos pochaca!

José Miguel dijo...

Que el "Diario" sea un buen relato literario no le quita su caracter ficcional ni el fraudulento. Además pareciese que solo vale el sufrimiento de los judíos o de los niños judíos en este caso y el resto de niños que sufrieron y/o murieron en la SGM que se jodan... Me parece un libro parcial y lacrimógeno hecho exclusivamente para propagandear el habitual victimismo judío.