viernes, 8 de julio de 2011

De los dientes a Over the rainbow...

Pasan los años y me temo que he ido perdiendo mi capacidad de observación, esa que tanta felicidad y tantas Policromías me dio alguna vez. He tratado de entender porqué me está ocurriendo esto, y concluyo que tal vez siento una leve pero significativa indiferencia hacia lo que sucede más allá de mi nariz. No sé. Lo terrible del caso es que estoy lo suficientemente harta de solo pensar en mis "ocurrencias" como para todavía darme el lujo de rechazar impunemente ser testigo, aunque sea visual, de las cosas simples, gratuitas, maravillosas que la vida nos regala a cada instante.

Cuán contradictorio es el ser humano... Por una parte los cambios se desean, se planean, se buscan y cuando por fin se logran, a uno le cuesta trabajo aceptar dejar el ayer para vivir lo que con tanto esfuerzo se ha conseguido. Sí, lo digo por mi, pero también por mi amada ahijadita Pelusita 1, antes la Chimbombita, quien a sus 5 años presumía por el mundo ser una niña grande, independiente y casi autosuficiente que soñaba con la idea de mudar de dientes porque eso, obviamente, le daría un estatus más alto de niña-bebé a niña-niña. Ya saben, este afán de las mujeres por sentirnos maduras. Pero ahora que la llegada del ratón es inminente, y que ya está próxima a tener su primera ventana dental, de pronto el asunto la incomoda y prefiere no contárselo a cuanto vecino se le acerque. Como quien dice, si si, pero cuando ya la ve cerca, prefiere decir no. Así mismito ando yo.

Después de dos años de no encontrar la estabilidad en mi vida, me creo lo suficientemente valiente para seguir en esa búsqueda y cruzar todos los obstáculos posibles para dar con mi razón de ser en este extraño valle de lágrimas. Y lo peor de todo, lo cacareo ante cuanto vecino se me acerca. Cuando todo parece indicar que Dios y las luciérnagas de la noche iluminan mi camino y me ponen de frente con mi misión terrenal, el pánico me abruma y se me antoja de pronto ponerle Pausa al dvd y congelar la imagen, que se quede estática al menos unos 2 años más para que acabe de agarrar el ritmo. (Porfis, que alguien con el poder suficiente lo haga por mi...)

Y es que este camino me orilla, una vez más, a cambiar de curso y de lado y de energía todo lo que hasta ahora conocía. El día de ayer renuncié de nueva cuenta a un trabajo (llevo dos en menos de 3 meses); este ritual de sacar cajas y depurar archivos de la computadora y todo eso en vez de motivarme a lo que viene por delante me tiene bastante deprimida; de pronto me di cuenta que lo he dejado todo, TODO, por algo que ni siquiera sé si vaya a perdurar.

Así, de la nada, he dejado de "pertenecer" a todo. En un parpadeo dejé de pertenecerle a alguien, dejé de pertenecer a un gremio, a un sindicato, a un grupo de amigos, a dos trabajos. Así, de la nada, soy una desempleada que vivirá de una beca no imaginada para tratar de sacar 2 años de estudios que, espero, me lleven a algún lado en la vida, quizás ahí, donde las risas caen como gotas de limón encima de las chimeneas... ("Over the rainbow ha vuelto a ser mi opción frecuente cada día).

Estoy frente a mi ventana y prefiero hablar de mis penas que de las cosas divertidas que ocurren allá afuera. En lo que yo escribía esto el plomero se perdió en el abismo, los niños que corrieron alteraron a Tokotina, los gatos se pelearon sobre mi techo, las palomas cantaron insistentes, el sol salió para todos y en general, como siempre, la vida y la naturaleza siguen su curso. Y yo aquí, rumiando mis penas. Esperemos que esto no vuelva a pasar...