jueves, 5 de julio de 2007

Clones y maldiciones

Uno de estos fines de semana el amor de mis amores y yo empacamos los bikinis, el salvavidas de Keiko, los flotadores de patitos, y arrancamos motores para pasar dos días de increíble aventura acuática. Llegamos al hotel con maleta en mano esperando la voz de “en sus marcas, listos, fuera” para arrojarnos del tobogán un millón de veces (por lo menos), pero desde el inicio la experiencia arrojó indicios funestos.

Debido a alguna mala jugada, ese fin de semana llegó la versión petatiux de “Los Sánchez” en una comitiva de dos camiones que prácticamente dejó sin vacantes el hotel. Desangelados, con el Keiko-salvavidas a medio inflar, nos informaron que una reservación se había cancelado y ¡bingo!, tuvimos pasaporte a la diversión. Por la noche, totalmente agotados y hambrientos, debimos salir al puestesito esquinero de hotdogs a cenar porque el hotel ofrecía para los Sánchez un espectáculo sin precedentes: el doble de Juan Gabriel a la orilla de la alberca.

No niego que entre la catsup y la mostaza canté algunas letras de este clon del divo de Juárez, (no crean que era envidia por no ser invitada), pero, mientras tanto, pensé en los berrinches que pega uno cuando te prometen a un artista y llega “su clon” sin tu esperarlo. Mis papás hace años pegaron el enojo de su vida cuando llevaron a sus pizpiretos retoños a ver el show de Burbujas cuando que esas botargas eran más fraude que un billete de ochenta pesos.

El caso es que nos fuimos a dormir y esperando ansiosamente la llegada del nuevo y acuático día, nos despertó a las 6 de la mañana el clamor de un muerto. Si, un fantasma, un espíritu, el resultado de algún ocioso que urdió homenajear al finado Antonio Aguilar poniendo un disco entero de sus canciones a la orilla del mar. Desafortunadamente, las notas sonaron en nuestros oídos cual estallidos de guerra mundial y al momento en que cantaba “donde quiera que te encuentres espero que tu, al escucharla te acuerdes de mi…” venían a mi modorro hablar enunciados altisonantes y poco aptos para esas horas del día. Eso bastó para que horas más tarde se fuera la luz y nos quedáramos con las ganas de disfrutar el tobogán porque sin electricidad, el asunto nomás no servía. Maletas en mano, bronceados semibonitos, Keiko ponchada y flotadores sin vida, regresamos a Xalapa a la triste realidad.

Después nos enteramos del acierto que fue haber ido ese fin, porque al siguiente tendría lugar el certamen “Señorita Turismo”. Así que, cual si fuera plan, el amor de mis amores y yo gozamos con singular alegría la viboriza televisada de estas aspirantes a modelo recorriendo la pasarela, montada justo en el escenario donde días antes el Juanga-clon extasió a la concurrencia.

Tan malo fue el concurso y tan amarga mi experiencia, que esperé con todas mis fuerzas que la maldición de Antonio Aguilar cayera sobre las felices aspirantes, a quienes imaginé de tubos y en bata refrescándole su mamacita, al amanecer, a un muerto. ¡Ah que Tristes recuerdos!…

No hay comentarios.: