sábado, 20 de marzo de 2010

No soy Alicia

¿Nunca se han imaginado que viven otras realidades, que habitan en otros cuerpos con otros sueños que no son propiamente los suyos? ¿Nunca se han sentido parte de una historia que no es la suya? ¿Nunca han creído son los protagonistas de un juego tan bien planeado que sólo ustedes pueden resolver?

No… no crean que el Aliciaenelpaísdelasmaravillas boom me ha puesto así. De hecho debo confesar que vi la película (en 3D) por un garrafal error del destino, donde lo único realmente interesante fue haber pasado un rato de esparcimiento con mi recién creado grupo laboral. De hecho, me parece que tanto efectito, tanta penumbra y tanto toque a lo “Tim Burton” me sofocó, aunque también debo mencionar que cuando osé enfrentarme con la lectura de esta historia hace algunas muchas primaveras, terminé, como dirían las escuelas de idiomas, con cara de What sin haber entendido si fui o si vine. No, definitivamente no soy Alicia ni mi introducción trata sobre ella.

Lo mío en estos días es tan real que me asusta pensar que no es producto de la mente creativa y malévola de un escritor de ciencia ficción. Lo mío es tan real que se acerca a las premisas propias del melodrama, una lucha del bien contra el mal con todas sus consecuencias. Una batalla campal que está a punto de librarse.

Mi mundo ha cambiado demasiado en poco tiempo. Las cosas que creí sostenían mi ser y mi existencia ya no lo son más. Cambié de casa, cambié de trabajo, cambié de estado civil, cambié de compañía, hasta cambié de ideas y por fin he aceptado que venga una buena y bien hechapersona a limpiar mi hogar merodeado por gatos (y una cachorra) de vez en vez. Todo mi mundo ha girado intempestivamente y tan de repente que hasta el día de hoy no sabía si reír o llorar. Bueno, lloro más que sonrío, pero esa es harina de otro costal.

Situada en un estado como de estar y no estar, en un momento de desesperación terminé por pedirle a mi querida amiga Bellota el teléfono de su terapeuta, de quien hacía meses me hablaba maravillas. Yo solo supe que necesitaba ayuda y pronto, y las energías me llevaron con la persona adecuada, en el momento ideal. Además quisiera recalcar esto porque de verdad me tiene encantada: me fascina saber cómo los hilos de la vida te ponen frente a gente muy afín, muy similar, y yo he tenido la fortuna de toparme en cada etapa de mi vida con grandes mujeres, trabajadoras, entusiastas, alegres y amantes de las papelerías (casi todas tienen lapiceros lindos, estuches para sus clips y una kleenera cerca). Bueno… algo así he encontrado en mi terapeuta, la segunda profesional en ese campo a la que recurro en toda mi vida.

Gracias a ella estoy aprendiendo muchísimas cosas, sobre todo, estoy aprendiendo a conocerme. Qué cosa tan difícil de explicar… 30 años viviendo conmigo y en muchos aspectos soy una completa extraña. El camino al autoconocimiento es duro, doloroso, podría decir que hasta un poco trágico, pero una vez que se llega a un punto todo cambia y la luz al final del túnel se acerca cada vez más… los rayos del sol después de la tormenta comienzan a resplandecer. Aunque, como en toda buena historia, la luz aparece después de librada la pelea donde el héroe (o el galán de telenovela) lucha por el amor de la damisela (o la joven protagonista) que se encuentra atrapada en un sucio calabozo, resguardado por alguna maléfica villana y la gran batalla se dá ante un horrible ser mitológico de ocho cabezas y ocho lenguas que arrojan fuego, además de sus peligrosas 3 colas llenas de veneno, que en términos telenoveleros serían las intrigas de un grupachón de aliados de la villana en cuestión para llenarles de piedritas el camino a los protagonistas antes de que sean felices para siempre.

Pues me temo que ese es mi escenario actual. Ja… de verdad me siento parte de una historia mitológica, como si siguiera a pie juntillas el scrip sin oportunidad de error. Y esto porque acabo de entender que todo lo que creo que soy simplemente no soy, que desde que existo tengo a mi lado un malévolo villano encargado de crear y alimentar un holograma de mí misma y, juntos, dejaron mi verdadero ser encerrado en un sucio y pestilente calabozo, esperando por el día en el que me diera cuenta de esta triste realidad para que saliera, como heroico caballero, a rescatar mi verdadero yo, encarcelado, emocionado, impaciente por salir a la vida, por PODER SER y disfrutar las maravillas de su libertad. Mi trabajo terapéutico, al lado de mi amorosa doctora, serán como las titánicas pruebas de un Aquiles, como las grandes cruzadas libradas por el más noble caballero, como el bosque lleno de espinas que Felipe venció para salvar a su bella durmiente de las garras de Maléfica. Ahora entiendo para qué sirven los cuentos de hadas. Su aplicación es tan subjetiva(Mujeres que corren con lobos en toda su extensión)… y yo, tan deseosa de vencer a mis demonios, de seguir la táctica correcta para acabar con ellos.

Quizá, las loables batallas que narre en los textos por venir sean tan victoriosas como los grandes cantos de la Iliada o la Odisea. Quizá sea una pelea tan escabrosa como la de Neo y su lucha en la Matrix, como Luke Skywalker contra el lado Oscuro de la Fuerza, como Frodo resguardando el poderoso anillo de las garras del Saurón. Yo deberé luchar contra un moustro de ocho cabezas, ocho lenguas de fuego y tres colas venenosas para rescatarme a mí misma. Ni Lewis Carroll, creador de Alicia en el país de las maravillas, encontraría las palabras correctas para contar la epopeya que está por vivirse. También puede que no narre nada y mis batallas se queden únicamente conmigo y con nadie más… uno nunca sabe. Lo que sí sé es que definitivamente no puedo ni debo volver hacia atrás, en realidad hasta creo que no tengo porqué regresar mi mirada más que para tomar cierto impulso y seguir hacia adelante. Un hermoso correo que llegó de un hermoso ser dice que la vida es una escalera, que habrá gente que quiera subir esa escalera con uno, habrá gente que no se sienta listo para hacerlo, pero nada ni nadie debe detener mi ascenso, mi crecimiento personal… Arriba también hay personas, y, lo repito, uno nunca sabe.

Gracias, mil gracias a todos por seguir siendo parte de mis Policromías… Los abrazo mucho, muchísimo.