jueves, 1 de junio de 2006

Lengua viperina

Me contaba mi queridísima amiga la Sailor de una anécdota que llegó a sus oídos sobre los beneficios de índole creativa que representa el arte de sacar la lengua. Sí, la lengua. Al parecer cuando uno se enfrenta a una tarea que requiere una buena dosis de inventiva no hay como flexionar las rodillas, relajar el cuerpo y sacar la lengua para que toda una avalancha de ideas lo envuelva a uno de sopetón. Curiosa como soy, mientras escribo para ustedes pongo en práctica este ejercicio que tal vez por sugestión o por eficacia comienza a convencerme en medio de una inminente sequía neuronal. Este principio también aplica a los bebés que, como mi joven sobrina La Bambina, sacan la lengua todo el tiempo, ya que tienen en esta práctica inconciente otro vehículo para conocer y percibir el mundo en el que se estrenan..

Por supuesto que hay algunas teorías que respaldan semejantes disparates, y para muestra el botón que uno de los locos más locos de este mundo, Albert Einstein, legó a la humanidad en una foto inolvidable donde al parecer no sólo fue por irreverencia que le mostró elegantemente la lengua al paparazzo que lo seguía a sol y sombra. Según se sabe, Einstein realizó estudios sobre este acto tan natural cuando descubrió que al practicarlo su nivel de concentración se elevaba.

Y es que la lengua es un órgano ondulante que alberga no sólo nuestra capacidad de degustar, también está la del placer (imposible hablar de pasión sin su necesaria presencia); la de manifestar sentimientos (si un niño te enseña la lengua definitivamente estás en problemas); la del juego (¿nunca han hecho lengua de taquito?); la musical (cuantos ruidos no salen por ahí) y por qué no, la de la rebeldía (el acto más solemne puede perder toda seriedad si alguien muestra la lengua de manera pícara). Y, por supuesto, la lengua es la representación más clara de la comunicación.

Dice el cubano Rubén Ríos Ávila en su texto El arte de sacar la lengua: “Una de las amenazas más inquietantes del que saca la lengua es esa súbita exhibición del órgano que nos permite hablar, el órgano que en español significa tanto el instrumento material que usamos para comunicarnos como el modo más supuestamente operativo del lenguaje, el que se subdivide babélicamente en la multiplicidad proliferante de las lenguas”.

También sirve para adjetivar: Si eres muy rollero puedes resultar bien lengua; si eres chismoso, eres un lengua larga y si tu chisme es de fuente dudosa entonces lo dicen las malas lenguas. Cuestión de enfoques.

Al escribir esta columna pasaron por mi mente los Rolling Stones, Gene Simmons (integrante de KISS), los trofeos MTV LA, la perrita Joya y hasta mi archiodiado enemigo Michael Jordan, que sacaba la lengua cada que hacia un enceste de ensueño. Todos ellos, lenguas de fuera, expresan con ello no sólo su creatividad, sino su singular manera de percibir su entorno... ¿O acaso los imaginan sin ese gesto? Yo, lengua de fuera, tajantemente creo que no.

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