jueves, 21 de septiembre de 2006

Malas mañas

Hábito: Manera de hacer algo o proceder de determinada forma, por costumbre o circunstancia.

Costumbre: práctica repetida de algo.


Dicen por ahí los más románticos que la vida está llena de detalles. Yo también lo creo así. No se trata sólo de los detalles como las cosas materiales que un enamorado le obsequia a la novia un día de San Valentín, sino de las cosas esenciales, casi imperceptibles, que nos dan ese toque perfecto como seres irrepetibles.

Desde el nacimiento convivimos con el núcleo social más a la mano que un bebé posee: la familia. Ahí vamos aprendiendo lo que a nivel más amplio se conoce como los usos y costumbres de esta pequeña entidad, donde mamá y papá, (si no es que cohabita con otras ramas alternas del árbol genealógico) hacen y deshacen actividades tan simples como beber determinado sabor de té, leer el diario de su preferencia, o dormir a horas tardías. El tipo de cosas con las que uno crece y, en nuestro mundo, se diría que son normales. Pero... ¿Qué ocurre cuando uno observa el movimiento en otras casas, de otras familias? No todos beben el mismo sabor de té (tal vez ni siquiera se acostumbra), en vez del periódico se lee el TvyNovelas y la gente duerme a la hora en la que las gallinas ponen. Uno se sorprende, sin embargo, estas extravagantes diferencias que abundan entre individuos, entre familias, entre ciudades y entre naciones son una de esas cosas deliciosas que nos permiten valorar (o desdeñar) los hábitos adquiridos desde la cuna.

Cuando la mudanza transportó mis cositas de una ciudad a otra comprendí que no sólo cambiarían mis afectos y espacios. Desde que abrí la lonchera en el recreo de mi primer día en quinto año supe que esa diferencia (lo que yo tenía por costumbre en mi nueva escuela era casi un hallazgo arqueológico) marcaría el nuevo sendero de mi vida. Aquí comprendí que las naranjas partidas por la mitad y disfrutadas con todo y cáscara era mal visto, que en Veracruz todo el mundo acostumbra café por la mañana, que para la gente disfrutar de un Carnaval es la cosa más normal del mundo y que ir al teatro es parte de la vida de esta ciudad, como ir al centro o a la escuela. Situaciones que distaban mucho de ser reales para mí.

Pero hay asuntos más particulares, más de cada familia, de cada persona. Los hábitos de mi familia son interesantes: siempre hay una televisión prendida, hacemos una sobremesa eterna, tomamos té caliente de una marca determinada desde hace más de 20 años y solemos tardarnos (todos, sin excepción) una eternidad en el baño. Esos quizá sean hábitos hechos costumbres que a algunos les parecerán aterradores, como para mi lo es ese pésimo, asqueroso y de mal gusto hecho de remojar el pan en una taza de café. Cuestión de hábitos, cuestión de costumbres, y cuestión quizá de malas mañas, pues aunque parezca redundante hay mañas quizá no tan malas como esta... ¿Así que, cuáles son las suyas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

el mal gusto es subjetivo, puede ser asqueroso pero sabroso y sobre todo si hay grumos, en close up en trompa de mocoso santo (no te lo puedes perder) mmmmmmmm!!!!