jueves, 17 de agosto de 2006

Otra clase de Cosmos

Cosmos... bonito


Hace algunas semanas hizo su arribo veraniego la ya famosa y tan esperada Feria del Libro en esta ciudad, contando con una sede imponente y majestuosa: el Colegio Preparatorio. Digo esto porque ahora que gozo de mis vacaciones recuerdo que aprovechando las ofertas y variedad de tal evento me hice de una considerable cantidad de libros que junto con otra considerable cantidad acumulada de las vacaciones pasadas suman una generosa multitud de historias que debo retomar ahora que tengo el tiempo y las ganas. Pero el punto real no es ese.

En la búsqueda incesante de los libros hacia mí (soy de la teoría de que un libro te encuentra, no tú a él), cierto título dio conmigo dejándome patidifusa. De no ser por mi sentido del ahorro (o codera, si así lo quieren) este raro y fascinante ejemplar tendría su lugar de oro en mi biblioteca particular. Lo primero que me impactó fue que una de las autoras fuera Julieta Fierro, una mujer de ciencia dedicada al Cosmos, que especifica en la introducción que se trata de “un texto que los adultos odiarán pero que no podrán dejar de leer”... Se trata de El libro de las Cochinadas. Una astrónoma multipremiada y su coautor, Juan Tonda, explican la parte “científica” de esas cosas que a todos nos pasan pero que nos da pena confesarle al mundo, con el sustento de que el organismo es una maquinaria perfecta, con acciones y reacciones.

Así que ya se imaginarán mi entero morbo ante aquella concurrencia que iba y venía, mientras hojeaba página por página este libro ilustrado (para explicar tales cosas se debe por fuerza ser gráfico) donde explican punto por punto los orígenes de reverberaciones tan humanas como un eructo o un pedo, fluidos vitales como el sudor o el orín y, por qué no, se mencionan a detalle algunas técnicas para deshacernos del molesto mocasín, y las historias engarzadas de la cera, la mugre, las lagañas y sobre todo, de los desechos orgánicos que gentilmente emigran por el escusado. Como ven, todo un ejemplar sobre las cosas que todos hacemos... sin excepción.

Siempre he pensado en los beneficios de ser desinhibido en estos temas. Mi familia es, digamos, un poco escatológica, y para terror de algunas tías cuando los hermanos se encuentran estos temas salen a colación más para hacerlas rabiar que para debatirlos en sí. Es algo de lo más sano, y ahora que tengo en casa a la pequeña Gaby, mi sobrina que apenas si alcanza los 6 meses de edad, me pregunto por qué todo mundo le festeja cuando acaba de comer y su mamá le saca “el airesito” exitosamente, o por qué todos se ríen si la parte posterior de su pañal se confunde con el vibrador del celular (¡con todo y su propio tono... y olor!); pero cuando uno de adulto lo produce se hace acreedor a una cantidad de improperios exorbitantes.

Pero la verdad, hablar de ello es tratar sobre otra clase de Cosmos, con sus asteroides, sus cometas, sus explosiones y sus finales felices ¿O acaso no cada vez que nos deshacemos de algo ocurre un final feliz?

1 comentario:

Liz dijo...

Hola Pochacas, estuve leyendo algunos de tus post de mayo (y aun continuo con los mas recientes) y me parecieron muy buenos, son como los que yo siempre he tratado de escribir y nunca he logrado: un blog inteligente, y que al mismo tiempo, te pueda arrancar una sonrisa sin la necesidad de decir pura pendejada. Gracias, ojala pudieras visitar mi blog http://mobygeek.blogspot.com. Apenas lo acabo de estrenar porque me aloje en myspace pero termine odiandolo. Ojala postees pronto! Atte. Liz