jueves, 15 de diciembre de 2005

¿Anfitriona yo?

Los pasados días viví una agitación tal que ya para el fin de semana tenía aspecto de palmera multizarandeada por una tal Wilma. Es increíble que la paz y la tranquilidad cotidiana se vean interrumpidas por la organización de un evento que solo me hace entender lo cercana que estoy de perder para siempre todo aquello que hasta ahora me resulta “normal”. Vamos por partes.

Cierto día de cierta semana otoñal la primogénita Valent, alterada por las hormonas que ahora revolotean por su ser, convocó a su madre y joven hermana a una rueda de prensa para pedir su colaboración en la planeación, organización y ejecución de su propio Baby Shower. Regresamos la cinta y vemos cuadro por cuadro la expresión de las oyentes sorprendidas por tal petición: doña Valent pela tremendos ojotes de terror y Kittotta se ríe nerviosamente confiada en que solo se trata de una mala elección de palabras. Y es que hay varias razones para calificar este como un hecho paranormal: Primero: porque eso de que una embarazada planeé su propia pachanguita no es lo más usual “socialmente hablando”, y Segundo, porque por la genética que recorre nuestras venas las 3 mujeres Valent somos declaradamente anti planeadoras, organizadoras y ejecutoras de celebración alguna. Bueno, Kittotta más que todas... El caso es que para no alterar a la pobre criaturita que aun no sale y ya se sabe merecedora de bombos y platillos, mi madre y yo dimos el irremediable sí. Para pronto la futura madre sacó lápiz y papel y comenzaron las cifras: las invitadas, los requerimientos, recuerdos, comida, vasos, adornos... Las quijadas ya tronaban sin control.

Lo demás lo dejo a la imaginación de aquellos quienes disfrutan (admirablemente) la emoción de preparar una juerguita en tonos pastel para 40 almas contempladas en la lista de confirmadas: Ir al centro en plena quincena, pelear con el tráfico, cotizar el mejor precio del pastel, hacer gafetes con motivos infantiles, decidir el menú, decorar el lugar, llevar a los perritos a su segunda residencia para evitar su frenesí por la masa, y un larguísimo etcétera que incluye todos esos minúsculos detalles imperceptibles a la vista pero no por eso carentes de toda importancia.

Los días corrieron y la fecha se llegó. Las mujeres llegaban emocionadas con aparatosos regalotes ansiando locamente tocarle la panza a la festejada. La festejada, por su parte, contó con la ayuda de sus valerosas cuñadas para sacar a flote y con buenos resultados una de esas celebraciones que mi mente de Kittotta, ajena por convicción a todas esas manifestaciones que también incluyen las despedidas de soltera, no comprende. Mañosamente mi mamá y yo encontramos cualquier pretexto para hacernos pato en todos los juegos en los que fuimos remotamente requeridas... aunque debo decir que muy a mi manera pero creo que a fin de cuentas terminé por divertirme, y más cuando miré la pila de cobijas similares que todo mundo obsequió en cualquier tamaño y color imaginable.

El arribo de la Chimbombita a este mundo es imparable. Rodeada de pañales y oropel, me pregunto si comprendo la cantidad de cambios que un bebé sugiere indirectamente en la vida de una tía que, por 26 años, no ha sabido lo que es el contacto diario con ente de esa diminuta especie.... Vaya lío...

1 comentario:

Buffy dijo...

perdon....
Aki la family Bufi+Jefa+Grandu para felicitarte por Pochaco y Toto... son preciosos.
Felices fiestas a ti, a toda la familia y al par de dulzuras.