domingo, 26 de enero de 2014

Resaca post permanencia voluntaria

Tal como lo dije, este año he procurado ver muchas más películas de lo que hice en tiempos anteriores. Afortunadamente gracias a la tecnología da lo mismo si me transporto a un cine (donde por cierto, aún en la primera función de la matiné, junto con palomitas medianas, agua y estacionamiento pagué más de 100 pesos), que si la veo desde la comodidad de mi cómoda camita, desde la tele o la computadora. No piensen mal de mi, la verdad es que esto de poder pasar horas de permanencia voluntaria viendo títulos nuevos o semi nuevos desde toda clase de portales poco o semi clandestinos es una maravilla desde todos los niveles; no es que no disfrute la nostalgia de una oscura sala, con el olor a palomitas invadiendo el ambiente mientras las enormes imágenes se proyectan frente a ti, pero me gusta a veces ir a una, a veces sentarme en piyama en algún rincón de mi casa. No sé, cada quién sus aficiones.

Este fin de semana he visto cintas que por alguna extraña razón tienen algo en común: sus protagonistas son personas solitarias, que están en la búsqueda de encontrarse-sanarse-relacionarse con los demás. No sé, podría ser una de esas coincidencias extrañas, o podría ser que no, que alguna lección debo aprender de las vidas ajenas que por aproximadamente 2 horas transitan de un estado en particular a otro, micro o macro, depende de la cinta.

Las veo y cuando regreso a mi vida real entro en un verdadero conflicto. Leo (o semi leo, creo que soy bastante cobarde al respecto) sobre la realidad de mi entorno, del estado en el que vivo, del país, del continente, del mundo en general, y me apanica enterarme de todos aquellos que están esperando hijos, que han traído vidas nuevas a este caos en el cuál existimos. Luego regreso a mis pensamientos post fílmicos y me aterra saber que mi realidad sea así, no como los protagonistas convertidos del final, sino como aquellos entes que se presentan en los primeros diez minutos: solos, con miedo, con muchísimas barreras autoprotectoras. ¿Qué es lo que está bien de todo eso? ¿La soledad, la crisis, la violencia? ¿Los malos gobiernos, el mal autogobierno personal que te remite a estar así? Y entonces podrán decirme aquellos seres felices que es el amor lo prevalece por encima de todas estas cosas. Yo misma lo diría en mi fase positiva y alegre, llena de luz y esperanza. Sin embargo la yo que escribe estas letras no siente ni por un segundo que esto sea un argumento válido, por el contrario, en este momento creo que todo es un caos y que más valdría seguir encerrada en mi casa, frente a mi computadora, en vez de salir a disfrutar este frío pero soleado domingo de invierno. De todas formas, a quién le importa.

Quizá todo se trata de las expectativas que uno se forma desde la niñez; quizá todo sea simplemente la inconformidad por la vida que te ha tocado vivir. No, no estoy del todo inconforme, no creo demandar a nadie al respecto. Hasta ahora estoy contenta con mis logros, pero sigue molestándome el apartado de relaciones humanas. Contra todos los augurios planetarios, resulté ser una Tauro que definitivamente carece de toda la paciencia posible. Trabajar con personas a veces resulta un problema para mí, porque no logro encontrar dónde se encuentra esa delgada línea que divide las necesidades laborales y las ganas de mandar a todos al carajo. Así soy yo, me saturo tan velozmente como una memoria de 8 gigas. Pero entonces pienso, ¿no es patético que me queje siempre de la soledad, si yo misma tengo niveles bajísimos de tolerancia social? Todo es un círculo vicioso demasiado viciado.

¿Cuándo voy a salir de él? ¿Me interesa salir de él? ¿Qué debo hacer para salir de él? Los positivos dirán: "arriésgate, suelta, recibe lo que el universo tenga preparado para ti". ¿Y si lo que tiene preparado es funcionar en solitario? El protagonista de una de estas películas dijo algo con lo que definitivamente me identifiqué: "¿Y qué tal si ya viví todo lo bueno que tenía que vivir y no quedó más para el futuro?" Y yo agrego, "¿y qué si por mucho que quieras vivir algo más, eso te causa una infinita pereza?".

No sé, son las cosas que vienen a la mente un domingo de resaca post permanencia voluntaria. Este es mi reporte, Joaquín, volvemos al estudio.

No hay comentarios.: