domingo, 18 de septiembre de 2016

La vida sigue...

Y no, no lo digo por las muchas personas que a tantos días de la muerte de Juan Gabriel le siguen llorando cual plañidera derrumbada en féretro (bueno, la neta sí que sentí feíto pero tampoco fue para tanto). Lo digo porque después de mi agolpado y apasionado post anterior, que fue escrito con todo el sentimiento del que fui capaz, me doy cuenta que las aguas se calman, la vida sigue y lo hace con tantas emociones que hasta el sueño me quitan.

Esta semana ha sido particularmente reveladora. Parece que Diosito escuchó algunas de mis múltiples interrogantes y ante la duda de "¿quién soy o quién quiero ser yo?" me ha mandado muchas señales que no puedo ser capaz de ignorar. ¿Quién soy o quién quiero ser? Ni releyendo El mundo de Sofía habría podido descubrir la respuesta (que no es una, en realidad).

Como en juego de tetris imaginario, todo se ha empezado a acomodar en su lugar: Tokotina en su camita, la despensa en la mini cocina, los horarios, las pasiones y los espacios de trabajo. Después de estos días de ajuste, por fin parece que todo está empezando a encajar en esa palabrita que unos detestan pero que yo adoro: RUTINAS. Para personas como yo que gustan de la estructura y la planificación (aunque sea a corto plazo), las rutinas son el cielo mismo en vida. Por obvias razones mis rutinas personales perdieron todo rumbo, y por muchas más obvias razones las de mi amado roomie estaban peor, así que era no solo urgente sino necesario que empezáramos a darles forma juntos, sobre todo ahora que los dos estamos en plan de pequeñomicroemprendedores trabajando en casa.

Así que, felizmente, volvieron esas mañanas de yoga (ahora acompañada, que se siente francamente bonito) y agua calientita con limón en ayunas, y se han incorporado algunas nuevas respecto al ejercicio y el baño y los ratitos de vapor. Han vuelto esos fantásticos momentos en los que lleno la agenda con planes y pendientes y citas y sueños; hemos repartido las áreas de trabajo, y mientras uno está en la computadora la otra trabaja desde su laptop, en una mesita o desde la cama (lo cuál es mejor porque así la tele me queda en línea directa a los ojos), a las horas de costumbre (o sea, casi todo el día); hemos ido aprendiendo a ceder tiempos pero también a compartirlos cuando sea posible (cine, super, paseos con Tokotina). Y todo eso ha sido motivación para que mi creatividad, tan dormidita en estos días, haya despertado de su sueño cual princesa de cuento, llena de lagañas (un momento, ¿las princesas tienen lagañas?).

No voy a negar que en este camino hay eventos desafortunados que no han sido lo que una espera. Por ejemplo, esto de la salida de Televisa Networks de mi paquete básico de cable me tiene abatida hasta las lágrimas... ¡y en las semanas finales de El pecado de Oyuki! No hay que ser, están viendo que la costumbre es más fuerte que el amor y ahora de alguna manera debo recomponer mis sanos hábitos de consumir telenovelas de antaño, que están en franca agonía por un tremendo malentendido mercantil. Eso sin mencionar mi panza de globo aerostático en pleno vuelo debido a la resistente colitis nerviosa que me aqueja, y a la frustración que me dio confirmar que debido a la inflación (no la de mi panza) no podré acudir a un evento que con tanta ilusión esperé desde hace dos años.

Mis palmaditas en la espalda profesionales han llegado en otras formas: no hay congreso pero sí una plática sobre telenovelas en conocida universidad; no hubo clases sobre televisión pero sí las habrá de diseño en Power Point; no ha habido inspiración para hacer publicaciones pero sí para hacer podcast, que hasta eso no me han salido nada mal (vayan a www.ratonadetv.com para que sepan de qué les hablo); los Abrazos Verdes han estado un poco desatendidos de manera online pero en cambio estoy recibiendo muchos nuevos saberes para mejorarla, y la planeación de una boda es uno de esos quehaceres extra que se viven con mucha ilusión. Explico: Desde hace algún tiempo entendí que mi misión en esta vida y en este planeta era compartir mis conocimientos y opiniones sobre la televisión (no es que sea pretensión de mi parte, es que algo tengo que hacer con tanta hora nalga al respecto), pero en el camino se me han atravesado otras cosas que ni siquiera sé si hago bien, pero que por algo me llegan, como esto del emprendimiento que me ha servido para aprender muchísimo y ya de pasito y sin que yo lo quiera, para inspirar a más personas. No sé ni cómo ha sucedido, pero ahí está, tal como yo he recibido mis dosis de motivación de muchas otras personas más. Y un nuevo saber ha llegado de manera un tanto empírica pero que me trae loca de ilusión: sin yo ser diseñadora profesional, sin yo ser una community manager, sin ser experta en nada pero aprendiz de todo, atendí a la invitación que me hicieron para impartir unos pequeños cursos sobre diseño y redes sociales que poco a poco se ha ido transformando en algo que me estoy tomando muy en serio, que es sacarle jugo a un programa tan subutilizado como el Power Point para crear carteles, dibujos e imágenes sin ser tan ducho en el asunto (y sí, es otra forma de sacarle partido a tanta hora nalga invertida frente a la computadora).

¿Que qué es eso de diseño en Power Point? ¿cómo es posible? ¿estoy loca o me cayó un coco?... y lo que es peor: ¿yo, pensando en dar clases UNA VEZ MÁS? Tantas preguntas que se contestan con el hecho de que he entendido que mi misión en esta vida, más que hablar únicamente de televisión, es ayudar y contribuir en la sociedad con los saberes y pasiones [quizás inútiles, quizás no] que la vida me pone en frente. Igual da que sean sobre televisión, telenovelas, dibujitos y carteles que resuelven algún apuro o un estilo de vida más "verde". Quizá mi colitis nerviosa se aloca cuando entran a escena mis temores e inseguridades al sentirme poco calificada para hablar de cualquiera de estos temas (o de todos los demás), y mucho más cuando me debato entre si compartirlos o guardármelos en los rincones torcidos de mi alma. La exposición de mi propio ser me hace (siempre me ha hecho) temblar del horror. Por eso prefiero ver mi propia vida con humor, reírme, y pensar que nada es tan serio como mis propias creencias me hacen pensar.

La vida sigue... y sí, este bonito dibujito fue hecho en Power Point. ¡Muy pronto les contaré de este cursito, para que se inscriban y aprendan un montón! (y sigan apoyando a esta policrómica mipyme casadera, por qué no).



GuardarGuardar

No hay comentarios.: