En un mero ejercicio periodístico (que se inclina más al ocio), elaboré una lista de las “nuevas” que más llamaron mi atención. Algunas increíbles, algunas dignas de reflexión… la cosa es mirar a la humanidad desde sus muy distintas perspectivas.
*¿Sabían ustedes que el 15 de marzo se celebró el Día Internacional del Consumidor? Pues lo fue, y tras esta buena nueva que celebra a todos aquellos que voluntaria o involuntariamente compramos a diario desde unas papas en a esquina hasta medicinas o un coche, la prensa en ciertas notas fue la encargada de dar a conocer lo que la Procuraduría Federal del Consumidor recomienda como “Los 7 derechos básicos del consumidor” (avalados desde 1985 por la ONU): Derecho a la información, derecho a elegir, derecho a no ser discriminado, derecho a la protección, derecho a la educación (legal), derechos a la seguridad y calidad, y derecho a la compensación. ¡Vaya nueva, eh!
*La sección de estilos sólo me confirma lo que ya es un hecho inminente: ¡el fleco ha vuelto! Luché tantos años por olvidar aquellos copetones enmarañados llenos de gel y spray como para que ahora los diarios me anuncien esta nueva onda que es más vieja que Cleopatra.
*¿Eutanasia? ¿Aborto? Tanto en España como en México estos temas han estado en la mesa de las discusiones, y fuera de toda la óptica política, yo pienso en ambos son asuntos de mucho criterio y que deben profundizar muy bien en sus especificaciones para no hacer cada caso algo colectivo. Los más religiosos discuten que nadie tiene porqué quitarte la vida, y yo supongo que para poder hacer válidas estas decisiones tan personales debe existir algo de peso, una razón que, bien tipificada, dé como resultado el descanso de un enfermo y su familia o evitar traer al mundo un hijo concebido en la violencia, porque en el futuro eso es lo único que conocerá.
*Pero aquí está mi favorita: “Gana niña concurso de tenis malolientes”. Si esto los apantalla esperen a saber que por éste insólito hecho ganó la fabulosa cantidad de 2 mil 500 dólares. Esto me hizo recordar los gloriosos tenis de mi juventud, que tuve guardados por años en el clóset y quienes les cantaba, cuál Gloria Trevi “zapatos viejos, ¡qué hermoso par!”… De saber que existía este concurso, nunca le hubiera hecho caso a mi madre y en vez de estar en la basura, hoy, quizá, me tendrían en la riqueza absoluta…

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