viernes, 7 de julio de 2006

Mátenme porque me muero

Después de haber sobrevivido –con mediano éxito- al revuelo acontecido los últimos días, puedo decir que lo que venga en el futuro será liviano cual hoja al viento. Vayamos en orden.

La semana pasada mi padre me leyó la columna de una mente en extremo imaginativa que describía un oscuro panorama en caso de que México le hubiera ganado a la oncena argentina, notable heredera de la casta Lamarque entre visibles dramas y lagrimones. Aquella cadena de sucesos pintaba tan terrible que al final Martita acabaría saboteando las elecciones y todos los pibes de Televisa saldrían del país huyendo de la famosa 33. Entre risas y chascarrillos, el autor trató, como muchos otros mexicas, de sanar las heridas y mitigar el dolor ante la honra perdida tras un gol más plagado de buena estrella que de técnica futbolística. La resaca fatal aun estaba por llegar.

El asunto electoral también tuvo con los pelos de punta a más de cinco mexicanos. Ese vaivén de sarcasmos, declaraciones, y hasta los valerosos chispazos de humor involuntario llegaron al límite de mi paciencia cuando mi calle se vio tapizada de fotos de cierta candidata que a sólo 4 días de su elección dejó mi barrio como si fuera kermesse, ¡y hasta tuvo el valor de venir a cerrar campaña aquí! Estuve a nada de salir empiyamada y con escoba en mano para correr a toda la masa que con su relajito aplazaron mi sueño, aunque pudo más mi poca pero significativa decencia. No, el que acabaran unos días antes del 2 de julio no curó a nadie del daño cerebral que sería conveniente cobrar a los partidos políticos tras su oleada de basura y porquería (literal).

Cuando creí que nada podía ir peor, mi adorado Toto, mi perro consentido, mi gallo más sano, enfermóse tristemente con una tremebunda infección en su piel. “¡Castigo de Dios!” grité horrorizada al ver el daño que se había hecho tras rascarse sin parar, y con todo el dolor de mi corazón salí de la veterinaria en medio de una horda de risas anónimas que deprimieron a mi mascota al exhibir su, digamos, nuevo look. ¿Alguien recuerda el logo de Pixar, esa lamparita juguetona que salta feliz por la pantalla del cine? Pues así se ve mi animalito, con un cucurucho terrible que le frustra la picazón y por un día lo mantuvo más deprimido que los alemanes al perder contra los azurros. Para rematar mi tragedia del día, un grupo de niñas (en espíritu) tuvimos la primera reunión oficial del club de seguidoras de Candy Candy, y entre carne polaca, ensalada de atún, salchichas y postre sufrimos hasta las lágrimas cuando la protagonista se separa del guapísimo Terry. Corazones juveniles brotaron por los aires, latiendo con fuerza por una caricatura celestial.

Entonces amanece uno y resulta que el PREP "ya no es confiable", que Brasil decepcionó al mundo, que el doctor Simi debe estar ahogado en sus medicinas, que mis lentes rotos aun no están reparados y que perdí 10 pesos que de modo increíble se cayeron en una coladera. La semana sin duda no pudo ser peor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOLA A TODOS LOS FANS DE CANDY PORQUE NO HACEMOS UN LLAMADO MUNDIAL PARA QUE LAS AUTORAS HAGAN LA SEGUNDA PARTE DE CANDY ES JUSTO Y NECESARIO PARA FELICIDAD DE SUS FANS Y DE CANDY JUNTO CON SU TERRY!!!PERO COMO LOGRARLO??
HE AHI EL PROBLEMA...