jueves, 15 de marzo de 2007

Generaciones


En un mundo como éste, no podemos darnos el lujo de sentirnos ajenos al exterior. Imposible. Desde que llegamos a este valle de lágrimas formamos parte de un colectivo, de una generación. Nuestro primer llanto estuvo irremediablemente enmarcado en un contexto político, social, cultural; así hablemos chino, ruso o español una persona de cierta edad siempre tendrá con otra misma de su edad, algo en común. En una época como ésta, globalizada, es cotidiano el que un niño francés se identifique con un mexicano si se encuentran en línea enfrentando alguna misión imposible del videojuego bélico de moda.

Así, se escucha comúnmente que nuestros padres son de la generación de los Panchos para acá, la de mis abuelos quizá fue la de María Victoria y Libertad Lamarque y la mía arranca de Parchís en adelante, pasando por supuesto por el contexto internacional que nos enmarca en Star Wars, la Perestroika y el muro de Berlín.

Todo esto lo reflexioné en cuestión de minutos en medio de una enorme fila que avanzaba lentamente, que no era ni para entrar al banco, ni para comprar tortillas. No. Estaba ahí, mochila al hombro, cargada de ilusiones, con la intención de obtener una firma, un saludo de personas de carne y hueso, como yo, como el de junto, cuya única diferencia radica en las eternas horas de felicidad y entretenimiento que me han brindado. Detallaré.

Este fin de semana llegó a mis manos un volante que invitaba a una convención de Cómics. Prometían que grandes personalidades del doblaje estarían ahí, y sin más, tomé los DVD que atesoro de “Los Simpsons” y llegué al lugar. Aquello fue irreal. Como podrán imaginar, el público que acude a estos eventos es muy especial: en promedio son jóvenes que leen cómics, que conocen sobre el arte oriental, sobre las historias que se leen o se ven; es gente coleccionista, que almacena lo mismo cualquier cantidad de tarjetas como de información en su cabeza sobre fechas, nombres y dibujantes. Y ahí estaba yo, ingresando a ese selecto grupo de fanáticos que recibieron a las estrellas de su interés con una sobre carga de energía y amor.

Los Simspons” se escapan de cualquier coleccionista estereotipado. Son un icono, un emblema, el contexto que impregna a toda una generación que los vio nacer y a los que nacieron con ellos. Aquí, las voces que los doblaron durante años compartieron sus experiencias, intercambiaron detalles… Yo en lo personal, aquella tarde me sentí como en el capítulo donde un montón de freeks acuden a una convención similar para ver a Luke Skywalker. Escalofríos. Y entonces, con la ilusión de todo aquello, en plena fila, un niño de 14 años osó entablar una plática con quien escribe hablándome de usted y llamándome señora. Mis venas estallaron de la rabia. Luego del trance, comprendí que mientras ese moconete respetuoso nacía, yo disfrutaba de mis primeros capítulos de la serie que nos puso en ese sitio a él y a mí.

Esto del contexto es grandioso: nos une, nos armoniza, nos hermana… ¿No lo creen?

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