jueves, 2 de junio de 2005

El mundo zurdo

Mis muy queridos e incautos lectores. En la columna del día de hoy los exhorto a hacer un sencillo ejercicio de observación. Empiecen por ustedes mismos: tómense un momento y tomen conciencia de el uso de sus manos, es decir, con qué mano comen, con cuál abren una puerta, o cualquier otra cosa. Ahora observe a los demás. Ahora tome conciencia de su propio cuerpo y trate de distinguir con cuál de sus ojos ve mejor, qué oído le funciona más, que pie utiliza para patear una lata en la calle o un balón de futbol. Eso, queridos e incautos lectores, son ejercicios muy simples que nos hacen detectar la lateralidad, tanto en nosotros mismos como en los demás.

Yo empecé a hacer esto desde hace mucho tiempo, no tan a fondo, pero mi aguda sensibilidad hacia la curiosidad y el chisme por lo general me han hecho observar con qué mano escriben las personas que me rodean, y sin querer fui creándome una afición por identificar quién es zurdo y quién diestro. He aprendido que hay movimientos que delatan por completo esta condición, he comprendido que son muchísjmas las personas a mi alrededor que se rigen por su lado izquierdo del cuerpo (el derecho de su cerebro) y, sobre todo, he quedado prendidamente embobada por las capacidades que ellos adquieren. En pocas palabras, adoro a la gente zurda.

Hace poquito platiqué con varias personas zurdas Al principio me costó algo de trabajo comprender que la vida no corre igual para ellos, no al menos en el sentido de los diestros. Sólo por poner un vago ejemplo, las manecillas del reloj, en su caso, deberían girar hacia el lado contrario al habitual porque la lógica en su cerebro es que todo gire hace la izquierda. Anécdotas sobre el aprendizaje de la escritura abundan sobre todo entre los zurdos de más edad, pues antes muchas y muchos maestros nomás no entendían lo traumante que resultaba para un niño obligarlo a que escribiera, recortara o dibujara con una mano que no es con la que hacen el resto de las cosas... En fin.

Lo que más me llamó la atención es que para muchos de ellos el ser zurdo no es la gran cosa. Es decir, están tan acostumbrados a hacerlo todo con esa mano, a cargar todos sus sentidos hacia la izquierda, que ya no dimensionan la diferencia que tienen con los diestros. ¡Pero si es enorme! Yo, por ejemplo, soy una diestra de esas puras. No sé hacer nada con la izquierda, ni tomar un cuchillo, ni escribir correctamente, y abdiqué mis lecciones de piano por no tener la coordinación suficiente para el acompañamiento. Ellos, sin embargo, han tenido la necesidad de habilitar ambas manos para sobrevivir en un injusto mundo culturalmente hecho para diestros, donde los zurdos caen en sobrenombres ofensivos y muy crueles. ¿Y qué resulta de habilitar los dos lados de su cuerpo? Más inteligencia, más sensibilidad, un cierto atractivo propio que realmente no sé describir con palabras, pero que me hace admirar enloquecidamente a cada persona que detecto funciona con la izquierda.

Si no me creen, ejemplos sobran: Bill Gates, Babe Ruth, Maradona, Bart Simpson, Picasso, Da Vinci, Paul McCartney, Miguel Ángel... Hasta Jolette lo es!!! Sean lo que sean, es muy bonito tener conciencia de nuestro propio cuerpo, de como funciona y de lo especiales que somos, ya sea diestros o zurdos.