sábado, 13 de noviembre de 2010

Mientras todos ven el box...

Es sábado por la noche. Algunos quizá están de fiesta, algunos en casas de algunos tantos borrachines celebrando copiosamente el último puente del año -antes claro de las posadas y las fiestas navideñas-, y supongo que otros tantos en este país están siguiendo una pelea de box que sinceramente no comprendo ni comprenderé. Golpes, sudor, sangre y dientes que vuelan no es precísamente mi idea de un relajante fin de semana.

Como lo he manifestado en muchas, muchísimas ocasiones durante los últimos post, sigo lamentando terriblemente el abandono en el que tengo este bonito blog y sus demás ciber-hermanos (ratonadetv y vidadeperrosconsentidos). No comprendo por qué si ahora tengo determinado tiempo libre como para retomar la maravillosa costumbre de sentarme frente al monitor y dejar que mis ideas fluyan libremente por mis dedos, simplemente prefiero hacer otro tipo de actividades que dudo mucho me resulten igual de reconfortantes. Pero... pues ni qué decir, termino haciendo todo menos escribir. Y llevo días completos en los que me pregunto por qué todo lo que en el pasado me apasionaba ahora ya no lo tengo más. Antes tenía un trabajo que simplemente ADORABA, que me permitía desencadenar un torrente de ideas creativas que le brindaban otro panorama a mi vida: antes era observadora, quizá más sarcástica, con una imperiosa necesidad de hacer telenovelas de todo aquello que apenas miraba o escuchaba; pero mi trabajo creativo se llenó de odios y burocracias y la flama del amor simplemente se apagó.

También tenía al entonces amordemisamores que ahora ya no lo es más, o al menos ya no igual. La relación, como la materia, no se creó ni se destruyó, simplemente se ha transformado en otro tipo de asunto que, desafotunadamente, tampoco me provoca las pasiones de antaño. ¿Un ejemplo? Ni siquiera me emocioné un poquito con la llegada de su cumpleaños no. 30, cuando hace quizá un par de años el acontecimiento me hubiera obligado a cerrar el centro de la ciudad para hacer un desfile en su honor. Time goes by.

El facebook, que hace tan solo meses era mi arrebato diario, también dejó de serlo por motivos serios de salud mental. Así pues, las pasiones de mi vida fueron arrojadas al viento, como dirían en mi novela El Clon (la pasión televisiva es la única que mantiene su furor).

No quiero echarle la culpa a mi nuevo pseudo rol de ama de casa. Al contrario, esta nueva época de mi vida ha podido darme tal cantidad de anécdotas que es un completo desperdicio haberlas dejado pasar en los anales de la historia.

Curiosamente esta semana reflexioné mucho sobre el tema de las pasiones perdidas. Creo que todos a mi alrededor viven un ciclo de muerte previo al renacimiento, y todos, o la gran mayoría, estamos resintiendo la lejanía de nuestras antiguas pasiones que se suplen por un gigantesco signo de interrogación. Y justo ayer, en un intento por retomar mi creativdad aprisionada por la burocracia kafkiana en la que ahora me desenvuelvo (espero solo sea una época de aprendizaje y no una vida entera), busqué desesperadamente el auxilio de uno de mis más grandes referentes de estilo y chispa: Don Jorge, Jorge Ibargüengoitia. Pocos como él tienen la capacidad de devolverme el entusiasmo por las letras y por la elaboración de magníficas e ilustrísimas crónicas de asuntos tan poco importantes o sin sentido. Él, y Germán Dehesa, me quitaron todo miedo a hablar de cualquier estupidez, siempre y cuando fuera redactado con estilo, inteligencia y mucho humor negro.

Deseosa de regresar a mis orígenes, el buen Jorge me proporcionó la noche de anoche una experiencia religiosa, pero, curiosamente, no fue lo único que me tiene en estos momentos ejercitando presurosamente mis deditos en el teclado. No.

Hace rato llegué de casa de mis padres, pues habíamos ido a cantarle las mañanitas por su primer año a mi querida Pelusita2, hermanita menor de Pelusita1, alias mi sobrina Gabriela. Fue una bonita reunión (con varias cervezas de por medio), pero sinceramente yo quería YA enchufarme la piyama, calzarme la pantuflahellokitty y tomarme mis dosis cotidianas de té caliente. Y no tenía nada que venir a hacer a la computadora. Y no tenía nada, ninguna razón por la cual prenderla. Pero la prendí. Recordé que desde hacía semanas quería pasar las rolas de un cd a mi Iphone y mientras el disco se importaba, empecé a navegar, cosa que ya es igual de inusual. Ví los periódicos de costumbre, con la hueva de costumbre por enterarme de lo mal que anda el mundo de allá afuera, y un click me llevó al otro, y entonces me topé con mi lista de blogs favoritos que solía seguir en el pasado. Y entonces encontré al Hijo del Pop. Y entonces reencontré a Alma y su rincón. Y entonces me topé con el blog del Huevo, un hallazgo que me hizo feliz durante meses cuando fui una fiel y leal seguidora. Y entonces vi que su más reciente post decía "La época de oro del blog. Entrevista con Plaqueta y yo". Y entonces lo escuché.

Entrevistados para un programa de Radio Educación, "Plaqueta" y "El Huevo", dos bloggeros de hueso colorado, dialogaron con los conductores en agosto pasado sobre los años dorados y el Blogboom que se vivió en 2005, cuando las bitácoras personales ERAN lo de hoy. Y me sentí un poco aliviada por escuchar que ambos personajes también han mantenido un poco empolvados sus sitios, y que ahora lo que podría ser un gran post termina siendo una serie de twitts consecutivos. Por una parte me sentí reconfortada por no ser la única; por otra parte, me sentí casi parte integral de ese movimiento bloggero que fue la base de lo que hoy conocemos como redes sociales. Y me sentí motivada porque yo también vi surgir un blog en 2005, especializado en alguna cosita tonta (www.ratonadetv.com) y que ha recibido, para mi entero orgullo, muchas y muchas visitas ociosas.

Y entonces, como consecuencia inmediata, sentí el gusanito de teclear afanosamente y he aquí el sano resultado. Un bonito post reflexivo, que ocurría mientras el twitter completo se saturaba con comentarios lastimosos ante la paliza que le dieron a un tal Margarito mexicano. Y qué bueno que hoy hablé de esto y no de Carlos Fuentes, porque si no mi primer texto después de tanto tiempo iba a tener un dejo de espuma rabiosa que aún hoy sale de mi boca por culpa de este "destacado" personaje. Ese será pretexto, entonces, para otro post.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Palabras sueltas

Dios. Destino. Señales. Amigas nuevas y amigas de siempre. Respeto. Amor a la escritura. Retrospectiva. Metas. Relajación. Carlos Fuentes. Televisión. Toto. Pochaco. Tokotina de mi amor. Ser o no ser. Cocina. Desvelos recién redescubiertos. Cibervida interrumpida por gusto propio. Otoño. Aires que se llevan el pasado. Infancia. Federico Froebel. Yankees. Tequila. Planes. Soltura. Espinacas. Mandarinas. Altares de muertos.

lunes, 11 de octubre de 2010

Qué ganas...

Qué ganas de que no hubiera pasado el tiempo, porque gracias a él las cosas que me apasionaron hace años ya no me emocionan más.

Qué ganas de que todo lo que antes era el motivo de mi vida, volviera a serlo de nuevo.

Qué ganas de no querer lo que quiero ahora, porque de pronto me encuentro sola, sola en la búsqueda de eso que, supongo, se llama felicidad.

domingo, 10 de octubre de 2010

I wish list

Hoy deseo:

  • Bañarme hasta limpiar lo más hondo de mi alma
  • Convencerme que no estoy sola, que nada de lo que me ocurre es el fin del mundo
  • Creérme lo valiosa e importante que soy en la vida de la gente que me rodea
  • Caminar con mis tres perros hasta el infinito, o hasta donde ellos aguanten
  • Llegar a casa y saber que es mi hogar, que ahí me esperan siempre mis ideas, mis sueños, mi niña interior y mi Tokotina
  • Que Abundancia y Tomillo no se mueran, parece que el sol ha salido para todos este día
  • Leer un poco más. El vicio televisivo me consume de maneras insospechadas
  • Aprender a disfrutar lo que la vida me da. No sé porqué rayos jamás puedo hacerlo
  • Escuchar la risa de Gabriela y Daniela, y perderme en sus ensoñaciones infantiles, donde nada es imposible
  • Aprender a soltarme en Dios. Él sabe qué hacer con mi vida

sábado, 9 de octubre de 2010

Baby boom

Anoche tuve un sueño muy extraño: Soñé que era muy delgada y con un cuerpo muy atlético (ojalá!) y que alguien me preguntaba si estaba embarazada, a lo cuál yo respondía: "Oh, es cierto!, tengo 5 meses de embarazo" y me alzaba la blusa, venía en mi panza una especie de chipotín, se veía una cabeza moviéndose debajo de mi piel y yo me sacaba mucho de onda... como si hubiera olvidado por completo que tenía un bebé adentro. Mientras veía al "bultito" acomodarse adentro, alguien me decía que, como una gran y única oportunidad, podía sacarlo de mí y conocerlo, y así lo hacía. Veía entonces un niño bien formado, varón, precioso. Después de verlo, tenía que regresarlo a su "lugar" por la misma (dolorosa) vía.

Pasaba el tiempo y yo me preocupaba muchísimo por cómo le daría a mis padres semejante noticia; después me daba como una especie de sensación de querer decirle a todo el mundo sobre el asunto y, como se me notaba poco, andaba por la vida con un cojín que mal simulaba el "bultito" existente. Estaba en una especie de fiesta, pero me daba miedo y me salía. Caminaba y llegaba a un como kinder o guardería donde había una pareja de viejecitos malencarados que supuestamente cuidaban el lugar. Yo entraba y veía cuartos con cunas, niños dormidos en colchonetas, etc. Después de todo eso, desperté con una extraña, muy extraña sensación.

Por acá abrí el ojo y por acá acudí a don Google, hoy dedicado a John Lennon, quien rastreó para mi varias opciones sobre el significado de este loco sueño, y la gran mayoría coincidieron en que, en un contexto como el mío, el embarazo representa los deseos de familia y matrimonio, y la gestación de nuevos e importantes planes.

En mi sábado de flojera, destinado únicamente al placer de disfrutar mi recién adquirido sistema digital de cable, me topo película 1, con Michelle Pfeiffer, interpretando a una guionista exitosa de televisión que vive una aventura con un actor menor que ella. Durante la cinta ella se muestra como una mujer divertida, alegre, madre de una niña de aproximadamente 12 años con quien lleva una relación de cómplices increíble, y mientras ocurren todas sus aventuras, concluye que ver a su hija recibir su primer beso es lo mejor que le ha podido ocurrir en la vida, porque es madre y sabe que eso es lo más importante.

Acto seguido, el zapping me dirige a otra cinta donde Diane Keaton, una empresaria dedicada a su trabajo al 100% en Nueva York, "hereda" a una bebé que le cambia la vida, y la transforma en una PYME que la hace sentir más allá de sus ambiciones laborales o de éxito.

Entonces me pregunto: "¿Dios, cuál es la lección de este día?". ¿Embarazos sorpresa que ni recuerdo? ¿Preocupaciones por decirle a mis padres y al supuesto padre de ese bebé? ¿Mujeres grandiosas del mundo representanto papeles donde, pese a todo, sucumben ante los hijos?

Hace algunos meses me he opuesto firmemente a la idea de tener hijos. Entre huracanes, cambios climáticos, tecnologías avanzadas, derramamiento de material tóxico y la paulatina descomposición de todo lo que la Naturaleza le regaló a la humanidad, creo que es inconciente traer niños a este mundo que vivan todos estos horrores que nadie sabe a dónde llevarán al planeta. Pero hoy, con esta sensación del sueño y la cinematografía, de pronto se me antoja saber de qué se trata esto de la maternidad.

¿Por qué? ¿Qué me introduce de pronto a estas ideas tan... de instinto?

No lo sé... Pero mi sueño me asombra, y las señales me aterrorizan. Chale.

jueves, 2 de septiembre de 2010

G.D.

Era el verano de 1997. En aquel entonces, la Universidad de Xalapa, lugar donde estaba decidida a estudiar la carrera de Ciencias y Técnicas de la Comunicación (todo con tal de no emigrar al fatídico y caluroso puerto jarocho), no realizó examen alguno de admisión para sus futuros alumnos; en cambio, cada uno de los interesados era citado a una entrevista donde el examinador dictaminaría si el iluso bachiller era capaz de llegar a ser un comunicador renombrado. La mía ocurrió con Raciel, entonces jefe de la carrera. Hombre alto, de cabellera larga, con mirada bonachona y voz amable, Raciel comenzó el interrogatorio en un vacío salón de clases, que tuvo momentos tan encomiables (como aquella disertación sobre las Crónicas Vampíricas de Anne Rice), como nefastos. Seguramente con semejante dato vampiresco le caí de variedad al hombre, pues cuando pasamos a la siguiente interrogante y dijo seriamente "Menciona a tres famosos columnistas de periódicos", me quedé helada, me derretí, y en el proceso escupí nombres tan idiotas como "Paty Chapoy". ¿Ahora me creen?

Creo que esa respuesta me dejó tan terrible sabor de boca, que desde mi primer día universitario me prometí que tendría 4 largos años para aprender a leer un periódico, para saber qué tenía un columnista de especial como para que me preguntaran por nombres destacados, y afortunadamente la tecnología comenzaba a ser mi aliada a través de un maravilloso computador. Tenía todo para llegar a ser una comunicadora renombrada.

Un buen día mi amado padre, hombre de altas tecnologías, descubrió que por internet podía leer todo el contenido de los periódicos nacionales e internacionales, y un día de 1998 me leyó el escrito de un tipo bastante cómico que le platicaba al mundo sobre "su perro café", una mascota difunta que tuvo a bien recordar y compartir con los lectores. El detalle de inmediato hizo click con mi familia, que en aquel entonces estaba revolucionada con la reciente llegada de Pochaco, nuestro propio perro café. Ése fue el día que conocí a Germán Dehesa... todo gracias a un perro café.

Desde entonces los Guerrero Viguri nos volvimos de lo más aficionados a leer "La Gaceta del Ángel", la columna semanal donde Dehesa nos dió a conocer el nacimiento de su hijo El Bucles, donde mi padre y yo reímos carcajadas con su frase "como perico en alfombra" (aun nos reimos mucho de eso), donde vimos a través de su opinión el México de la transición democrática, donde fui aprendiendo a conocer a Sabines, referencia constante en sus textos cotidianos.

¿Y cómo olvidar el día que narró la fiesta de disfraces del Bucles, donde él tuvo a bien ir vestido del Señor Smee, personaje de Peter Pan? (jajajajaa, ¡apenas al clavo!)

Pasaron los años, tomé muchas y productivas clases de redacción y géneros periodísticos, y mi gran meta de vida se cumplió: egresé de la universidad nombrando con total seguridad tres renombrados columnistas(y entendiendo el por qué de su relevancia), entre ellos, el señor Dehesa.

El hábito de leerlo, sin embargo, nunca se fue. Gracias a él entendí que una persona puede llegar a lo más profundo del corazón de sus lectores, simple y sencillamente con el hecho de compartir su vida, sus amores, su familia. Aunque por supuesto, él aderezaba sus comentarios con un agudo sentido de la política, del contexto internacional y por supuesto, del fútbol. Era amante de los apodos y sobrenombres, por lo cuál era más fácil ubicar a los constantes personajes que inundaban sus días con expresiones como "La rubia misteriosa", "Viruta", "El tamal", o "Rosachiva".

Me emocionaba muchísimo cuando hablaba de su familia, de sus padres y hermanos, de sus lazos veracruzanos, de esa sangre Dehesa que entendí en mis primeros años laborales, cuando aprendí que hubo un hombre llamado Teodoro que gobernó este bello estado en épocas de Don Porfirio... Don Teodoro A. Dehesa. Tanto fue, que en algún cumpleaños mi hermana me regaló "La familia y otras demoliciones", un libro que reúne muchas de sus columnas donde recuerda y evoca a los suyos.

Y sí, debo confesar que últimamente dejé de leerlo diario, pero cuando me acordaba leía con especial emoción sus palabras, y me preguntaba cómo es que tenía la capacidad de no repetirse después de tantos y tantos años. Quizá su gusto por la vida y los libros eran la única gran respuesta...

Hoy, por la apuración de llegar temprano al trabajo y las distracciones mañaneras, no tuve el tiempo de hacer mi ritual de prender la tele y esperar (qué costumbre tan fatal la mía), que los titulares de los noticiarios me avisen de la muerte de algún personaje querido. Según medio recuerdo, hoy todo transcurrió entre las noticias de la Barbie y el informe de Felipe Calderón. Pero nada me hizo pensar que a las 7 y media de la noche me llegaría un mensaje a mi celular con la terrible noticia: Murió Germán Dehesa. Hace apenas unos días compartió con sus amados lectores su mortal enfermedad, hace apenas unos días apostó por la vida y la muerte guapachosa, como lo habrían hecho todos sus antecesores. Las redes sociales se llenaron de nostalgia, y yo pasé algunos minutos antes de soltarme a llorar como niñita, antes de comprender por qué me sentí tan triste por la muerte de alguien que no era mi amigo, mi pariente o familiar.

Entendí que gracias a la constante lectura de sus columnas supe lo que era tener estilo de redacción; entendí que gracias a sus formas literarias se podía hablar del tema más estúpido con gracia y elegancia, entendí que gracias a las dosis y sobredosis de lecturas (especialmente de las suyas) se podía tener un estilo propio, tanto, que cuando llegaron a mi vida las Policromías tomé prestadas muchas de sus peculiaridades para hablar de mi existencia, de mi cotidianeidad, de mi amada familia en expansión. Era gracioso... cuando la gente me preguntaba de qué cosas escribía, yo solía contestar: "Pues la columna es algo así como lo que escribe Germán Dehesa..." Ja... qué aspiración tan buena me encontré, escribir casi tan chipocludo como él...

Lo ví en dos ocasiones: la primera en Coatzacoalcos, en el primer Encuentro del Mar. Aquello fue lejano y efímero, pues jamás pude acercarme a él, pero disfruté sabrosamente su conferencia que tenía a todo el auditorio de carcajada en carcajada. La segunda, cuando de la mano de Rosa de la Rosa fue conocer las instalaciones de RTV. Lo ví de lejos, y tentada a salir corriendo, ponérmele enfrente y darle un apretado abrazo, preferí quedarme petrificada en mi asiento y ver su rechoncha figura, envuelta en una fresca guayabera, partir a hacia otras áreas de tan destacado canal de televisión. Qué ganas de haberlo visto de frente, qué ganas de haberle dado las gracias por haber marcado e influído en mi vida (y mi escritura), como muy pocas personas lo han logrado.

Hoy el buen Germán se fue a otro lugar, dejando inconcluso su conteo diario a su némesis Arturo Montiel, dejando en soledad su casa de piedras y flores, dejando hijos, exmujeres y muchas amistades llorando su partida. Y a sus lectores, fieles o infieles, los dejó imaginando sus comentarios sobre las próximas fiestas bicentenarias, sobre los juegos de sus Pumas, sobre las manías no contadas de su madre y los cariñosos recuersos nunca dichos de su padre... Sus lectores, fieles o infieles, nos preguntamos qué será de nosotros sin la Gaceta del Ángel, sin sus filosos cometarios, sin su infinito amor por la vida...

Gracias Don Germán... mil gracias y hasta siempre.


jueves, 12 de agosto de 2010

Mini, micro PYME

Ayer arranqué oficialmente mi vida como Mini, micro PYME. Esto me tiene nerviosa, emocionada, decidida, curiosa, espectante... Un cocktelito de emociones nunca antes experimentadas. De pronto hasta recuerdo mis terribles clases de Publicidad con el siempre recordado maestro Bretón... Ja!!! ¡y yo que creí que jamás de los jamaces iba a emplear estrategia alguna con ánimos mercantiles y propagandísticos!

Aludiré a otro término universitario harto frecuente en la maestra Deyanira, y los pondré "en contexto":

Mi familia nuclear, famosa por su jocosidad y algunos episodios chuscos cotidianos, reúne muchas características importantes, pero entre esa lista el rubro de las ventas es nulo, prohibído, inexistente. Mi madre suele decir: "yo no le vendo ni mi alma al diablo". Existe entre los míos ese terrible mito de que para vender se debió haber nacido programado genéticamente para saber ofrecer y recibir dinero por algún producto o servicio determinado. O sea, el vendedor se nace, no se hace, y nosotros nomás no venimos a este mundo a desempeñar el arte del trueque e intercambio.

Así las cosas, mi única experiencia en el sector del menudeo la obtuve de muy pequeña cuando jugaba con mi hermana a la tiendita antes de ver la película del fin de semana que rentábamos en Videcentro. Poniámos el changarro, acomodábamos los dulces, y simbólicamente mis padres los compraban para degustar durante la función, y por supuesto, nos los daban todos a nosotras. ¡Valiente negocio!

Sin embargo un buen día comencé a mirar más allá del horizonte nuclear, y descubrí que la mayor parte de mis tías, primas y gente cercana, han incursionado en el ámbito mercantil sin mayores miedos ni temores. Ellas venden desde manualidades, comida, ropa, chácharas, perfumes, cobijas, cosméticos y un largo etcétera. Algunas de ellas lo hacen como apoyo económico, otras, por la cruda necesidad. Otras como mi prima la Kika, han hecho de esto su estilo de vida, a pesar de ser personas tímidas o inseguras. No es por presumir, pero su caso de éxito es bárbaro, ha ascendido increíblemente en una firma de cosméticos y ahora tiene carro, viaja muchas veces al año, y sobre todo, ha enseñado a sus hijos a estudiar pero también a valerse por sí mismos para salir adelante en la vida. Un ejemplo no solo maravilloso, sino inspirador.

Animada por Kika y por todas las demás, decidí demostrarle a mi amada familia nuclear que cuando se quiere, se puede, y que no solo la necesidad es la que te obliga a aprender esta otra forma de ganarse la vida. Desde hace casi un año he hecho mis propios intentos, aunque me ha quedado claro que las ventas tienen su chiste, requieren su tiempo e implican que uno cambie su forma de ver las cosas. Se requiere seguridad, decisión, fortaleza, templanza. Las cosas no se venden solitas, hay que platicar con la gente, promover lo que vendes, conocer lo que ofreces... Hay que ser social y aprender a que te digan "no muchas gracias". Hay que tener la autoestima elevada cuando te dicen "Este producto es terrible!" y no bajar el ánimo. Definitivamente el perfil del vendedor es bárbaro, pero no hay nada que no se pueda.

Entre tantos cambios, entre tantas experiencias, este verano he tomado la firme decisión de tomarme más enserio esto de las ventas y hacerlo más en forma. Si bien en diciembre pasado vendí algunos edredones (tan chafa resulté que hasta llevaba más las cuentas y cobraba menos... mi primera clientita tuvo que rectificar mis errores!), ahora estoy más comprometida con la causa de las dos empresas que ahora represento (¡achingao!). Irme de vacaciones a Guadalajara para escuchar a Jorge Vergara y los testimonios de sus empresarios (la señora que vendía pollos en el mercado y ahora recibe un cheque quincenal de 12 mil pesos me dejó mucho a la reflexión); y los productos ecológicos que sin duda podrán contribuir un poquito con el desgastado medio ambiente, me tienen animada como niña en piñata a punto de quedarse con todos los dulces.

Esta semana mandé correos ofreciendo los ecológicos, pero también invertí mis primeros pesitos destinados a la venta de los famosos suplementos alimenticios que ahora patrocinan el Estadio de las Chivas. Anoche soñé que vendía todo lo que compré... ¿Será acaso una señal?

Lo cierto es que Bretón se manifiesta en estos momentos que termino de elaborar mi plan de trípticos para llevarlos a los centros de recicle, y cuando cotizo mis paquetes de galletas termogénicas con té o café para ofrecerlos en las oficinas. Estoy que ni yo me la creo.

Ha comenzado oficialmente mi era de Mini, micro PYME, y sí, mis comienzos son parecidos a los de la tiendita de los dulces, pues mis padres me siguen comprando para hacerme el gasto (Gracias por ello!). Tal vez no me haga rica con esto, pero eso sí, nadie me dirá jamás que los vendedores nacen y no se hacen... ¡A las pruebas me remitiré!

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(Para los interesados en contribuir con mis ánimos de PYME, estas son las marcas que ahora distribuyo:

www.oriba.com.mx

www.omnilife.com)


martes, 20 de julio de 2010

Nostalgia...

Cuando el ocio no deja nada más por hacer que hurgar entre los empolvados recuerdos, le doy gracias al dios supremo de la tecnología porque desde que las bitácoras personales fueron creadas, las memorias absurdas, anécdotas bochornosas o episodios singulares de la existencia pueden plasmarse en este virtual medio, con la facilidad de leerlos y releerlos en cualquier lugar donde exista una conexión a internet.

Así pues, haciendo como que hago en mi templo laboral (bueno, bueno, digamos que en un momento de esparcimiento y distracción, no vaya a ser que esto llegue a la vista de mi jefa), abrí algunas viejas Policromías y debo confesar que sentí una gran nostalgia, seguido de una risa histérica -medio abochornada también- en ciertas columnas por las cosas tan terribles que me atreví a decir y confesar al respetable público fan y seguidor. Como dirían en mi telenovela "El Clon", seguramente "arderé en el marmol del infierno" por haberme osado a despepitar tanta semejante tarugada. Después de la vergüenza, me regresó la añoranza por un ejercicio de escritura que tantas satisfacciones me brindó durante más de 4 años... Cómo me gustaría retomarlo de nuevo...

Mis Policromías incluían todos los elementos de lo que entonces era parte de mi vida cotidiana y que ahora se han modificado sustancialmente: mi cuarto de paredes moradas, que ahora ha sido cambiado por una casa merodeada por gatos; mis dos amados perritos, que ahora suman tres, contando a la intrépida Tokotina; el amor de mis amores, que ahora ya no lo es más; mi pequeña y recién nacida sobrinita Gaby, que ahora es una niñita de 4 años feliz de tener una hermosa hermanita; mi trabajo en cierto canal de televisión que en este momento está en pausa, pues hoy en día participo como elemento activo de la burocracia Universitaria... En fin. Esta historia ha tomado giros insospechados... ¡además de que ahora voy al gimnasio todos los días, y realmente me encanta la idea!

Últimamente he caído en los lugares comunes de explicarle al respetable y aún fiel público policrómico lo que ha pasado en tantos meses de ausencia, pero me doy cuenta que resulta más divertido narrarles eventos específicos antes que contar todo mi aburrido flash back. Es por eso que, me propongo ante ustedes, retomar esta bonita costumbre y hacer memoria de toooooodas esas anécdotas dignas de una columna (ahora de un post) que durante más de un año he tenido oportunidad de vivir. ¡Madre Santa, y son tantas! Debo hablarles de Daniela y Tokotina, de las elecciones y telenovelas, de mis compañeros felices de trabajo, de mis martes de zumba entre tanta vieja gorda (la que escribe incluída, por supuesto), mis incursiones en el ancho mundo de la venta, ¡del premio que gané el día del maestro del año pasado! Uffff!!!! Demasiado por contar, demasiado por vivir.

Sé que esta Nostalgia pintada de colores no es una casualidad. Tal vez estoy en el momento justo para volver a reirme de las cosas, para reflexionarlas y compartirlas con amigos, familiares, conocidos y desconocidos. Ahora me encantaría saber si para ustedes también significa algo que las Policromías no dejen de existir. ¿Me lo contarían?

¡Espero sus respuestas!

jueves, 1 de julio de 2010

Lo normal...

Son muchos los días que lleva rondándome por la cabeza una difícil pregunta: ¿Qué significa ser normal? Derivada de esta interrogante me surgen muchísimas otras más: ¿Acaso yo soy normal? ¿Acaso alguna vez lo he sido? ¿Cuál es la necesidad de ser "normal" en este mundo? ¿Es importante serlo o considerarse así? ¿A quién diablos le importa si lo eres o no?

Miro, por ejemplo, el caso de Raymond Domenech, ex entrenador de la selección de fútbol francesa. Según el mundo entero, ése hombre no puede ser normal. Nadie que para realizar su trabajo le pide consejos a los astros antes que a su instinto táctico, puede encajar en ese concepto que de inmediato me remite a esos libros de ortografía que mi hermana (sospecho) aprendió de memoria en su tierna infancia, llamados así, NORMA. Por lo tanto y si la lógica no me falla, normal es un derivado de norma, y norma es, según la RAE, toda "regla que se debe seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades, etc." Así pues, lo normal es aquello que debe apegarse a las normas, a las reglas que la sociedad ha impuesto incluso (y creo que antes que nada) para regir el comportamiento.

Entonces si una persona consulta a los astros para realizar su trabajo, es anormal. ¿Y entonces como para qué querrían a los magos los grandes Reyes de la antigüedad, me pregunto yo? ¿Y entonces cómo explicar que para nuestros ancestros el juego de pelota era, antes que nada, un culto religioso que ofrendaban a sus dioses? Si ellos vivieran en este siglo, estarían en completo desacuerdo con el concepto de "anormal" para este francés ahora tan archiodiado en su país.

Todo esto me ha rondado por la mente por muchas razones. Hace un año, casi exactamente, empaqué mis maletas y emprendí la increíble aventura de vivir en solitario. Para mi, y según mi entorno, aquello no era más que un acto necesario de espacio y aprendizaje, sin embargo para la familia el asunto pasó a ser una preocupación alarmante: ¿Cómo, no sale de su casa por un matrimonio? ¿Acaso se peleó de muerte con sus padres? "¡Eso no puede ser normal!" Y la sorpresa es que, dentro del gran CAOS que ha representado este año en mi vida, según mis propios cánones y estándares nunca me había sentido más normal que como estoy el día de hoy.

¿Y cómo sé que soy más normal que antes? Porque me divierto más. Porque he aprendido a disfrutar de mi vida así, tal cuál es. Ser feliz es mi único estándar para saberlo. Cuando mi querida amiga Tamarindo afirma que desea ser normal de nuevo y dejar atrás sus poco conocidos problemas de salud, yo solo intuyo que lo que quiere en realidad es volver a ser feliz. Tampoco quiero decir con esto que el sentirse triste o deprimida no sea "normal"... ¡al contrario! Después de dejar atrás poco a poco el vivir meses de inestabilidad laboral, emocional y sentimental, comprendo que era necesario pasar por todo ello para encontrar el poder que hoy tengo de moverme a mi ritmo, a mi estilo, sin ninguna norma que limite mi ser (al menos, no con alguna con la cuál no esté de acuerdo).

Retomar esa maravillosa costumbre de acudir a terapia una vez por semana también ha formado esta nueva "normalidad" que ahora presumo. Mi doctora ha tenido una increíble capacidad para combinar en cada sesión el delicioso momento del chisme con el impactante trabajo con mi interior. Nunca pensé que, incluso, mi rigidez para el baile tuviera que ver con todos aquellos conceptos erróneos sobre los límites, y que yo transporté sagazmente a mi propio cuerpo y organismo. Qué poder tienen ciertos conceptos en la mente humana, qué poder ejercen esas absurdas necesidades sociales que "determinan" que, para encajar correctamente, debemos ser parte de un estándar que no todo el mundo puede cumplir. Me tardé 31 años de mi vida en descubrir que yo tenía el poder de no ser parte de eso.

¿Entonces ser "normal" no es bueno? Tampoco creo eso. Solo pienso que la gente que se sale del concepto es la gente valiente, la gente que se queda ahí simplemente está muy cómoda y eso, supongo, tampoco debe ser algo malo.

Es irónico que llevo párrafos completos hablando de mis rebeldías y tenga el valor de confesar, abiertamente, que llevo un mes formidable de experimentación en la cocina. ¡Wow! Me resulta increíble poder crear con mis propias manos, los antojos casuales que de pronto me asaltan. En nuestra sociedad, lo "normal" es que las mujeres sepan cocinar. En mi propia normalidad, cocinar es un reto tan postergado que el haber perdido el miedo de experimentar con ingredientes y sabores cual pociones de magia es un deleite nunca antes sentido (¡aún si los inventos resultan asquerosos!). Eso me acerca más a mi propia "normalidad"... vaya, hasta mi corazón ha comprendido que esas ridículas reglas a las cuáles estuvo tantos años apegado pueden relajarse, y, al salirse de lo común, ha podido latir mejor y más fuerte.

Asunto subjetivo, reflexión filosófica, duda absurda, conceptos erróneos o quizá vil cantinfleo... No lo sé. Si para ustedes, queridos lectores, esta interrogante los lleva a sus propias conclusiones, entonces esta loca policromía habrá valido un poco más la pena, porque, por sí sola, su sentido más importante es el poder ocupar un espacio en el mundo para expresarme, para volver a esa hermosa costumbre de redactar mis vagos pensamientos y compartirlos con propios y extraños... Queridos lectores, sea cual sea su postura, disfruten su propia normalidad... ¡es lo único que nos queda!

viernes, 28 de mayo de 2010

I need it...

Necesito sacar fuerzas y no sé de dónde.
Necesito dejar de estar perfectamente bien un día al y al siguiente sentirme en el vacio.
Necesito ver más amaneceres y no obsesionarme con los ocasos.
Necesito salir de una burbuja que día con día me infunde más temores sobre el mundo exterior.
Necesito calma, paz, fortaleza, amor.
Necesito, yo sola, actuar por mi y en favor de mí misma. Necesito que eso deje de pesarme.

sábado, 20 de marzo de 2010

No soy Alicia

¿Nunca se han imaginado que viven otras realidades, que habitan en otros cuerpos con otros sueños que no son propiamente los suyos? ¿Nunca se han sentido parte de una historia que no es la suya? ¿Nunca han creído son los protagonistas de un juego tan bien planeado que sólo ustedes pueden resolver?

No… no crean que el Aliciaenelpaísdelasmaravillas boom me ha puesto así. De hecho debo confesar que vi la película (en 3D) por un garrafal error del destino, donde lo único realmente interesante fue haber pasado un rato de esparcimiento con mi recién creado grupo laboral. De hecho, me parece que tanto efectito, tanta penumbra y tanto toque a lo “Tim Burton” me sofocó, aunque también debo mencionar que cuando osé enfrentarme con la lectura de esta historia hace algunas muchas primaveras, terminé, como dirían las escuelas de idiomas, con cara de What sin haber entendido si fui o si vine. No, definitivamente no soy Alicia ni mi introducción trata sobre ella.

Lo mío en estos días es tan real que me asusta pensar que no es producto de la mente creativa y malévola de un escritor de ciencia ficción. Lo mío es tan real que se acerca a las premisas propias del melodrama, una lucha del bien contra el mal con todas sus consecuencias. Una batalla campal que está a punto de librarse.

Mi mundo ha cambiado demasiado en poco tiempo. Las cosas que creí sostenían mi ser y mi existencia ya no lo son más. Cambié de casa, cambié de trabajo, cambié de estado civil, cambié de compañía, hasta cambié de ideas y por fin he aceptado que venga una buena y bien hechapersona a limpiar mi hogar merodeado por gatos (y una cachorra) de vez en vez. Todo mi mundo ha girado intempestivamente y tan de repente que hasta el día de hoy no sabía si reír o llorar. Bueno, lloro más que sonrío, pero esa es harina de otro costal.

Situada en un estado como de estar y no estar, en un momento de desesperación terminé por pedirle a mi querida amiga Bellota el teléfono de su terapeuta, de quien hacía meses me hablaba maravillas. Yo solo supe que necesitaba ayuda y pronto, y las energías me llevaron con la persona adecuada, en el momento ideal. Además quisiera recalcar esto porque de verdad me tiene encantada: me fascina saber cómo los hilos de la vida te ponen frente a gente muy afín, muy similar, y yo he tenido la fortuna de toparme en cada etapa de mi vida con grandes mujeres, trabajadoras, entusiastas, alegres y amantes de las papelerías (casi todas tienen lapiceros lindos, estuches para sus clips y una kleenera cerca). Bueno… algo así he encontrado en mi terapeuta, la segunda profesional en ese campo a la que recurro en toda mi vida.

Gracias a ella estoy aprendiendo muchísimas cosas, sobre todo, estoy aprendiendo a conocerme. Qué cosa tan difícil de explicar… 30 años viviendo conmigo y en muchos aspectos soy una completa extraña. El camino al autoconocimiento es duro, doloroso, podría decir que hasta un poco trágico, pero una vez que se llega a un punto todo cambia y la luz al final del túnel se acerca cada vez más… los rayos del sol después de la tormenta comienzan a resplandecer. Aunque, como en toda buena historia, la luz aparece después de librada la pelea donde el héroe (o el galán de telenovela) lucha por el amor de la damisela (o la joven protagonista) que se encuentra atrapada en un sucio calabozo, resguardado por alguna maléfica villana y la gran batalla se dá ante un horrible ser mitológico de ocho cabezas y ocho lenguas que arrojan fuego, además de sus peligrosas 3 colas llenas de veneno, que en términos telenoveleros serían las intrigas de un grupachón de aliados de la villana en cuestión para llenarles de piedritas el camino a los protagonistas antes de que sean felices para siempre.

Pues me temo que ese es mi escenario actual. Ja… de verdad me siento parte de una historia mitológica, como si siguiera a pie juntillas el scrip sin oportunidad de error. Y esto porque acabo de entender que todo lo que creo que soy simplemente no soy, que desde que existo tengo a mi lado un malévolo villano encargado de crear y alimentar un holograma de mí misma y, juntos, dejaron mi verdadero ser encerrado en un sucio y pestilente calabozo, esperando por el día en el que me diera cuenta de esta triste realidad para que saliera, como heroico caballero, a rescatar mi verdadero yo, encarcelado, emocionado, impaciente por salir a la vida, por PODER SER y disfrutar las maravillas de su libertad. Mi trabajo terapéutico, al lado de mi amorosa doctora, serán como las titánicas pruebas de un Aquiles, como las grandes cruzadas libradas por el más noble caballero, como el bosque lleno de espinas que Felipe venció para salvar a su bella durmiente de las garras de Maléfica. Ahora entiendo para qué sirven los cuentos de hadas. Su aplicación es tan subjetiva(Mujeres que corren con lobos en toda su extensión)… y yo, tan deseosa de vencer a mis demonios, de seguir la táctica correcta para acabar con ellos.

Quizá, las loables batallas que narre en los textos por venir sean tan victoriosas como los grandes cantos de la Iliada o la Odisea. Quizá sea una pelea tan escabrosa como la de Neo y su lucha en la Matrix, como Luke Skywalker contra el lado Oscuro de la Fuerza, como Frodo resguardando el poderoso anillo de las garras del Saurón. Yo deberé luchar contra un moustro de ocho cabezas, ocho lenguas de fuego y tres colas venenosas para rescatarme a mí misma. Ni Lewis Carroll, creador de Alicia en el país de las maravillas, encontraría las palabras correctas para contar la epopeya que está por vivirse. También puede que no narre nada y mis batallas se queden únicamente conmigo y con nadie más… uno nunca sabe. Lo que sí sé es que definitivamente no puedo ni debo volver hacia atrás, en realidad hasta creo que no tengo porqué regresar mi mirada más que para tomar cierto impulso y seguir hacia adelante. Un hermoso correo que llegó de un hermoso ser dice que la vida es una escalera, que habrá gente que quiera subir esa escalera con uno, habrá gente que no se sienta listo para hacerlo, pero nada ni nadie debe detener mi ascenso, mi crecimiento personal… Arriba también hay personas, y, lo repito, uno nunca sabe.

Gracias, mil gracias a todos por seguir siendo parte de mis Policromías… Los abrazo mucho, muchísimo.

jueves, 11 de febrero de 2010

Boletín de prensa


Como toda buena serie de televisión, a veces la vida también culmina ciertos ciclos cual si fueran temporadas. Así, esta semana, informa el escritor de mi propia serie, hará algunos cambios importantes en el reparto:

*Algunos personajes desapareceran. Nadie sabe si habrá renegociación de contrato o si simplemente se mudarán para interpretar sus propias series.

*En este fin de temporada habrá apariciones especiales en calidad de despedidas. Se ignora si volverán, aunque seguramente por ser grandes actores, no dejarán de tener importancia en esta historia.

*Por supuesto, la próxima temporada tendrá nuevos personajes. Por eso algunos ya comenzaron a aparecer desde ahora, como "La Terapéuta", pues tendrán gran peso en los capítulos por venir.

*Nuevo trabajo, nuevas emociones, nuevos personajes, nuevos escenarios y nuevos conflictos... Solo "El Gran Escritor" sabrá qué es lo que el público podrá seguir en esta etapa, así que no se pierdan el esperadísimo final de esta temporada y, en tan sólo unos días, da inicio la siguiente. Les aseguro que nadie, ni los mismos actores, saben qué sorpresas les depara el destino...

martes, 26 de enero de 2010

... gracias Sabines


Me doy cuenta de que me faltas...


Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.
No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.
Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.

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Jaime Sabines

domingo, 24 de enero de 2010

Líos domésticos


Reconozco que muchas, muchas veces, exagero un poco las anécdotas aquí narradas. No es que pretenda contarles inventos ni cosas que no son, sin embargo de pronto recurro a un simple recurso literario para hacer las historias aún más sabrosonas. Pero lo que aquí voy a contar es una serie de eventos desafortunados reales, sin ningún dato adicional ni exagerado ni ficticio, que me ocurrieron desde que el sol arrojó sus primeros rayos hasta que la luna lució en su punto más alto...

Sólo por contexto, debo mencionar que tuve a bien invitar a mi feliz familia a compartir un lindo domingo familiar en mi dulce hogar... He aquí el triste conteo...

Lío doméstico #1:

Ante la pila de trastes sucios que desde hace días no conocían el agua y el jabón, decidí amanecer muy "hacendocita" y poner en orden la cocina que generalmente es lo más caótico en este hogar merodeado por gatos. Ya enfilada, decidí limpiar el refrigerador por si sobraba mucha comida y no tenía lugar donde ponerla... Por cierto... ABORREZCO LIMPIAR EL REFRIGERADOR.

Una vez que encontré alimentos que ya albergaban colonias enteras de habitantes no deseados, concluí que aquello no podía ni ir a la basura (además, Dios sabe cuánto se tarda el servicio público para recoger los desechos) y, siguiendo la lógica aprendida en mis años mozos, puse algunas cosas en la licuadora para después darles el último adios en el fregadero.

La primera tanda salió perfecta pero en la segunda algo comenzó a oler mal... literalmente. Cuando reaccioné, la licuadora destilaba el peor olor a cable quemado y parecía tren de vapor echando humo para todas partes... Oh por Dios... ¡Quemé la licuadora!

Lío doméstico #2:

Cuando reparé en aquella pestilencia, de inmediato apagué todo y comencé a echar, poco a poco, el contenido al fregadero. Y si especifico el "poco a poco" es porque la infraestructura de esta casa merodeada por gatos es un poco vieja, y la experiencia me había enseñado que la tubería se tapa de solo verla. Sin embargo, al arrojar el frustrado y mal triturado contenido "poco a poco", descubrí que en efecto se estaba tapando, así que dejé el vaso de la licuadora a un lado para tratar de arreglar el problema... sin embargo... Oh por Dios... ¡Se me regó todo el contenido y se tapó absolutamente todo!

Lío doméstico #3:

La lógica doméstica me hizo reaccionar de inmediato y fui de inmediato al baño por la bombita esa cuyo nombre desconozco pero que sirve para hacer vacío y destapar apuros como este. Sin embargo lo hice y nada, un segundo RCP a mi fregadero y nada... Y después... el asco de saber en dónde suele estar aquella superficie en combinación con las uvas mal trituradas... AAAGGGGGG!!!! Realmente asqueroso...

Me ahorraré los detalles y sólo diré que, ante eso, salí corriendo al súper por un Drano, Destopelop o como quiera que se llame... Llegué esperanzada en que tenía la solución en mis manos y vacíe el contenido de tremenda botella roja suponiendo que en 30 minutos el desperfecto quedaría arreglado... Casi a tiempo antes de que llegaran mis visitas.

Lío doméstico #4:

Y como la función debe continuar, mientras esperaba la magia del destapacaños me dispuse a preparar algo rico para mis invitados. Limonada preparada y un pico de gallo delicioso y fresco para el calor (en mi familia el "Pico de Gallo" no es sólo la revoltura esa para molletes, es un asunto rico con jícama, jugo de naranja y cacahuates enchilados). Según yo, tenía en mis reservas un par de jícamas hechas para los dioses... Oh por Dios... ¡Mis jícamas estaban incomibles!

Lío doméstico #5:

Después de espulgar severamente y con ojo inquisidor los cachitos de jícama que se salvaron, decidí preparar una rica limonada preparada. Saqué los intrumentos de trabajo: Jarra, polvo de limón instantáneo y agua mineral. Chepina estaba a punto de dar cátedra cuando... Oh por Dios... ¡Abrí el refresco y explotó todo el gas!

Lío doméstico #6:

Los primeros invitados llegaron más temprano de lo que imaginé. Apenas había resuelto el cochinero cuando mis papás hicieron su feliz aparición. Mi papá se ofreció a repararme la tapadera del caño, pero pidió herramientas y en esta casa, merodeada por gatos, las herramientas aún no forman parte del inventario. Así que fui al carro a ver si algunas de las que ahí vienen servían de algo, cuando mi madre de pronto me dio la noticia... Oh por Dios... ¡Tu llanta está muy baja... creo que anda ponchada!

Lío doméstico #7:

Exploté, salí en el auto, busqué quién la revisara, todo cerrado (feliz domingo) y después de ir por las pizzas no me quedó más remedio que ir a la gasolinera a que el buen joven le echara aire a mi desairada llantita.

Lío doméstico #8:

Cuando todos llegaron y comimos muy tranquilos sospeché que no podía pasarme nada más el día de hoy. Pero terminó la comilona, se lavaron los trastos, ayudé a secarlos para que cupieran los demás y... Oh por Dios... ¡Rompí un vaso!

Esta serie de eventos desafortunados sucedió, créanmelo o no, en menos de 24 horas. De haber sabido cómo pintaba mi día, no hubiera sacado un solo pie de mi cama... Ni modo, sólo así se aprende y mañana, bendito el Creador, será otro día...

jueves, 21 de enero de 2010

Lista de pendientes


  • Necesito volar muy alto.
  • Necesito paciencia.
  • Necesito correr un maratón para cansarme y no pensar.
  • Necesito fuerza.
  • Necesito una pila nueva para el control remoto.
  • Necesito secarme por dentro para dejar de llorar.
  • Necesito cocinar mis verduras congeladas.
  • Necesito dejar de mirar el dedo anular de mi mano izquierda.
  • Necesito frenar a mi mente, volatil, ideática.
  • Necesito recordar las cosas buenas de la vida.
  • Necesito bajar la lonja navideña.
  • Necesito concentrarme en mi trabajo.
  • Necesito lavar mis sábanas.
  • Necesito más días de sol para aclarar mis sentimientos.
  • Necesito, por sobre todas las cosas, tener fe... mucha fe.