miércoles, 9 de diciembre de 2009

Como una mariposa



Había una vez una pequeña oruguita llamada Patty. Como cualquier niño, Patty era curiosa y le gustaba ir de paseo a las últimas ramas del árbol donde vivía con su madre; después de jugar miraba hacia el cielo y cuando veía volar a alguna hermosa mariposa, la llamaba desde lejos para preguntarle: "Señora Mariposa, ¿ qué se siente ser tan bella y volar por los aires?" Todas las entrevistadas, para molestia de Patty, se iban sin decirle absolutamente nada. Ella se prometió que cuando fuera una mariposa, siempre tendría tiempo para atender a las pequeñas y curiosas oruguitas. Fue hasta que un buen día que una de ellas, ante la pregunta "qué se siente ser tan bella y volar por los aires", le contestó con voz suave y serena: "Algún día lo sabrás... algún día lo sabrás". Por supuesto, esa respuesta fue para Patty mucho peor que el silencio. No había entendido nada.

Un día la oruguita supo que había llegado el tiempo de tejer su capullo. Así lo hizo, y una vez en él pasó muchos días durmiendo un lindo sueño. Cuando llegó la hora, de aquel capullo salió Patty convertida en una hermosa mariposa... Como era de esperarse, disfrutó desde el primer momento el cielo, la brisa que impulsaba sus alas, y vio todo lo que siempre imaginó y que nadie había querido contarle. Entonces, feliz, encontró en la rama de un árbol a una pequeña oruguita que, así como ella, estaba ansiosa por preguntarle qué se siente ser tan bella y volar por los aires. Patty se acercó, y con voz suave y serena le dijo: "Querida oruguita, algún día lo sabrás..."
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El título de este cuento se llama "El árbol de los sueños", y pertenece a una hermosa colección que mis padres solían leernos a mi hermana y a mi cuando éramos pequeñas. Hasta el día de hoy, la historia de Patty y la enseñanza del texto hacen que varias lágrimas escurran por las mejillas de los miembros de mi familia.

A mi siempre me emocionaba cuando mi papá nos leía con mucho énfasis y efectos especiales este cuento en particular. No sé qué me gustaba más, pero la mariposa de la portada me podía encantar, y tengo la ligera impresión que en algo influyo para que el día de hoy tenga una especial predilección por la imagen de las mariposas: las tengo en pulseras, collares, aretes, un precioso anillo y especialmente en un dije que mi madrina me obsequió en mi bautizo y que es prácticamente mi favorito.

Alguien a quien quiero mucho acaba de decirme que cuando algo te gusta es porque te identificas, y aunque siempre he considerado que volar no es lo mío, creo que he aprendido, así como Patty, a identificar con mis antenitas el momento de tejer el capullo y cambiar de forma... Esos han sido los ciclos de mi vida, y, aunque duela la transformación, he aprendido que tener mis propias alas ha valido la pena. Todo este relato sentimental tiene un por qué.

Yo siempre me consideré una Patty más que habita en los árboles... mis procesos de vida, por extraño que parezca, siempre son más lentos que los del resto de la gente. Digamos que siempre, desde que tengo memoria, he sentido que nomás no encajo como todos los demás. Dentro de mi familia nuclear soy la más pequeña; en la rama paterna de mi árbol de los sueños también soy de las primas más jóvenes, por lo cuál, cuando yo apenas aprendía a amarrarme las agujetas mis primas ya iban a la secundaria; cuando todas comenzaron a maquillarse yo apenas aprendía a ir al baño sola; cuando comenzaron a tener novios a mi no me aparecía ni el primer barro y por supuesto, cuando hablaban de bodas y pañales yo apenas comenzaba a tener novio. Mi desface es evidente y permanente. Y no sólo en lo familiar... las amigas también comenzaron a coleccionar experiencias interesantes mientras yo simplemente las escuchaba, y en secreto, me moría de celos por vivir lo mismo lo más pronto posible. En esas desesperaciones, mi papá, con la misma voz con la que solía contarme el cuento, siempre me decía "No te preocupes... algún día lo sabrás".

Y hoy, que de pronto siento que oprimí el Forward X16 en el DVD de mi vida (porque en un año he tenido más experiencias de las que todos mis diarios juntos pueden atestiguar), comprendo el significado de esa frase que, como la oruguita, no lograba comprender en un inicio. En el trabajo, en las emociones, hasta en las nimiedades domésticas que implican la vida en solitario (una gotera el pie de mi cama y un edredón casi en llamas cuando intenté secarlo son un ejemplo de estos grotesos detalles, tal como el remedio casero para la tos que, irónicamente, en vez de curarme me provocó un asco tremendo y un cuasivómito)... Todo lo que hoy siento, vivo y soy es exactamente lo que esperé que alguien me contara, pero que nadie podía describirme con exactitud... Dejar que la vida te sorprenda es, sin duda, ese primer vuelo de una mariposa que va reconociendo sus alas, su nuevo cuerpo, su capacidad de llegar más lejos de lo que algún día imaginó.

Necesitaba con urgencia expresar esta reflexión insulsa que llegó a mi de golpe y porrazo... Sólo espero que mis papás no descompongan la computadora... hasta acá llegan sus lágrimas...