jueves, 27 de abril de 2006

Dannasaurus

El domingo pasado el amor de mis amores y yo gozamos locamente nuestra visita a la exposición Jurásica, observando réplicas de vestigios de los dinosaurios, aprendiendo sobre los efectos del meteoro que acabó con toda forma de vida, y yo, a la par de aquel disfrute, trataba de comprender la maravilla de la vida, ésa que existe desde hace millones de años. La vida es un milagro tan grande, que por lo mismo uno se siente muy pequeño ante la Naturaleza, ante el infinito Universo. Pero no se necesita ir a un museo a ver un Tiranosaurio Rex para admirarse ante tal magnificencia; basta ser testigo del andar y crecimiento de una niña de año y medio durante una semana.

Danna, mi sobrina, no es precisamente un peligro del mundo Jurásico, pero el hechizo que provocó en ella la convivencia con mi par de cockers la transformó en un peligro de rizada cabellera cuyas únicas palabras desde que amanecía hasta que anochecía eran Gua Gua. Este pequeño milagro llegó solo detrás del temblor.
Su antecedente inmediato es su mala fama de berrinchuda sin freno. Hace meses, de visita a su casa, tras todas las expectativas de su mal carácter y mi animadversión hacia los infantes, hicimos, extrañamente, excelentes migas cuando en sus pequeños intentos por caminar me tomaba de la mano y sonreía conmigo.

Ahora Danna, de año y medio, llegó con su equipaje, su mamá y su hermanita en ciernes. Sus progresos con el lenguaje arrojan expresiones como ¡Ah!, denominación aplicada a prácticamente todo y ¡ñooo mamáaa!, empleada ante sus dramáticas negativas de comer, dormir, bañarse o separarse de la casa de perro. Ahora Danna corre desafiando a su estorboso pañalazo, espanta lo mismo con un "Bu" sonoro o con su melena de recién levantada, balancea su cuerpecito con la sola mención de Barney, y baila en la cocina ante la menor provocación de acordes movidos. En su estancia en esta casa pasó del miedo al amor para con los perros, a quienes gustaba admirar hasta el momento en el que acarició sus cabecitas y estos respondieron con salvajes y amorosos lengüetazos. También superó sin exabruptos el fraude de su DVD de Dora la Exploradora (el primero le salió de Topo Gigio y el segundo simplemente nunca se vio). Pero su mayor logro fue, sin duda, el ganarse el corazón de toda su escéptica parentela.

En lo personal, ese inexplicable encanto que surgió hace meses entre ella y yo simplemente floreció de nuevo. Desde que llegó me tomó de la mano y me sonrió cuantas veces pudo hacerlo. Me puso a correr, a jugar a la comidita, a perseguir a los perros y a tocar a la tortuga, todo a su ritmo. Si bien pensé que el holocausto o el meteorito destructor llegaban a casa disfrazados de Danna Paola, me equivoqué atrozmente. Ella llegó a invadirnos de felicidad, a hacernos comprender que el milagro de la vida existe en cada pequeño ser que va en crecimiento... llegó, simple y sencillamente, a encajar en esta amorosa familia a la cuál pertenece desde antes de haber nacido, con todo y sus Gua guas...

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