jueves, 10 de noviembre de 2005

Me quejo y me requejo

Hoy haré un ejercicio en esta honorable columna. Digo ejercicio porque la libertad de expresión es eso, ejercer por medio de la palabra el derecho que todos tenemos de decir lo que pensamos.

Los Valent vivimos en una unidad bonita y grande. En ella hay retornos que se separan unos a otros con áreas verdes e incluso hay unas canchas con todo y su kiosko. Desde que llegamos a este lugar (hace más de 15 años) está estipulado que los dueños de los perros tengan la precaución de que al salir a pasearlos éstos lleven correa y que los desechos procuren no dejarse a mitad de la calle. Tal vez esto último sea lo menos respetado, pero al menos los vecinos tenemos la conciencia de ir al pendiente de nuestras mascotas a la hora del paseo.

El fin de semana pasado tuve un altercado con una persona de mente diminuta que se dice la dueña de un lindo labrador negro. Vive a unas casas de la nuestra y nos separa un área verde. Mis amadas mascotas son raza Cocker Spaniel y por naturaleza tienden a ser nerviosos. El Labrador, por naturaleza, tiende a ser juguetón. Yo eso no lo discuto, y de hecho no fue la razón de mi segunda pelea con esta fulana, lo que le discuto es que cuando "saca" a su perro a pasear lo deja correr libre por todos lados y sin correa, mientras ella platica por celular o con alguna otra persona. Esta bien, vive en un país libre, el asunto es que parece que como llegó hace pocos años a esta colonia no tiene idea de cómo son las cosas; no soy la única que se ha quejado de que su perro, al querer jugar, provoca a los otros perros que están en las casas, pero con los nuestros es más notorio porque el labrador se asoma a la puerta, los molesta, todos se ladran y los deja nerviosos hasta el límite, cosa que repito, considero de lo más natural entre los animales.

El asunto es que a la mujer se le dicen las cosas y le vale, ya van varios vecinos que le insisten que por favor tenga cuidado y la tipa contesta cosas irritantemente egoístas. El sábado cuando ya me tenía harta que el perrito se paseara como loco, la fulana me vio salir de la casa y en ese momento le puso la correa (cree que no me di cuenta); fui a pedirle de favor que se fijara en su animal y que era su obligación sacarlo con correa, a lo que ella me contestó que su única obligación era sacarlo a caminar, que era libre de sacarlo como ella quisiera y que no era su problema que mis perros se pusieran nerviosos. Yo entiendo ese último punto, pero lo que sí es bronca de la mujer es vigilar que no vaya a provocármelos... yo no le pedía más que eso, pero ¿es mucho esperar que no me salga con respuestas tan estúpidas y que su ardilla mental le funcione adecuadamente para que comprenda por qué y para qué se hacen las reglas?

Exhorto de todo corazón a todos los dueños de mascotas a que piensen que viven entre otras personas, que no están en una isla donde nada importa si afectas al vecino, que si sus animalitos son grandes y quieren correr los saquen al campo, pero que no antepongan sus comodidades y su falta de responsabilidad para afectarnos a los demás. Que les pongan atención... No se vale que nos perdamos así, entre egoísmos. Estoy enojada. Me estresa demasiado cómo la humanidad se llena (a borbotones) de insufribles taradas como ésta.

1 comentario:

José Luis Avila Herrera dijo...

En este POST, no haces más que revelar esa sensibilidad que te caracteriza.

Por lo tanto, permíteme felicitarte.

Deberías enviar tu curriculum a GREENPACE.

Saludos y mil disculpas por aún no incluirte en las listas de Blogs VERACRUZ.

Muy pronto lo haré...