jueves, 2 de agosto de 2007

Un sitio para el amor

Seguramente ustedes lo han sentido: hay lugares que tienen magia. Sitios específicos, rincones imperceptibles o de increíble magnificencia, el caso es que todos tenemos ese punto especial que, de sólo pisarlo, nos transporta a otros universos, a otros tiempos.

Para muchos de nosotros la escuela resulta el lugar por excelencia si de recordar se trata, sobre todo a los primeros amores. Quien escribe estas líneas es particularmente una sentimental en el tema. Como lo dictan mi signo de tierra y su respectivo ascendente, también terrenal, tiendo a ser una persona de afectos, aferraciones y rituales inamovibles, es por ello que el ejercicio de transportarme a puntos específicos de mi vida visitando esos lugares especiales donde todo sucedió es indispensable, por lo menos, una vez al año. Y es que no importa qué tan bello o espantoso sea ese lugar: si tiene magia, lo tiene todo.

La Feria del Libro es mi evento favorito del verano, una situación que espero con ansia año con año por la sencilla razón de que me permite ingresar con su esplendor, movimiento y color a uno de mis sitios favoritos en todo el mundo: el Colegio Preparatorio de Xalapa, mi Prepa Juárez. Éste es un lugar con historia, con olor a años, con el eco de las risas, con un millón de anécdotas de amor y odio impregnadas en sus paredes, con el conocimiento de los siglos inundando sus aulas.



Fundado en 1843 con el auspicio de Antonio Maria de Rivera, en 1901 el actual edificio albergó uno de los principales colegios, creado para que los jóvenes no tuvieran que emigrar a la capital para recibir una excelente educación media. Con reminiscencias propias de principios del siglo, en el Colegio Preparatorio se aprecian también su hermosísimo Salón de Actos y una maravillosa biblioteca que, de sopetón, transporta tus sentidos a siglos pasados, a historias lejanas.

Son muchas las generaciones que desfilaron por sus aulas; muchos los nombres, los personajes destacados, los maestros; muchos cuyo tránsito ocurrió sin pena ni gloria y otros que le guardamos una secreta adoración. Haber pisado esa escuela ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido, por la calidad de amigos que ahí encontré, por la clase de anécdotas que ahí viví, por la cantidad de maravillas que ahí aprendí, por la inmensidad de sentimientos que ahí conocí. Fue algo casual que la primera vez que asistí a una Feria compré un libro (mi pasaporte) al adictivo mundo de los vampiros; fue más casual haber descubierto ahí el canto y la música, fue causal que en sus aulas quedé prendida de mis clases de Historia y Literatura, fue algo casual que ahí, en la Juárez, me enamoré perdidamente de la lectura.

Hay lugares que lo tienen todo y por eso son mágicos. El Colegio Preparatorio es y será un sitio para el amor para los que pasamos, los que están y los que vienen, y, para mí, fue el espacio de mi eterno romance con los libros y el punto de reunión anual con los amigos que hoy, son lo mejor de mi vida.

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