jueves, 9 de febrero de 2006

Abrir y cerrar (II)

Una vez más en domingo. Una vez más comenzó el movimiento desde temprana hora. Una vez más la espera en una fría sala de hospital. Una vez más en vísperas de un puente festivo. Una vez más, la familia Valent se comía la uñas, se tronaba los dedos, se unía y se fundía en la fatal incertidumbre. Una vez más, fuimos testigos de cómo los ciclos se abren de la misma manera en la que se cierran, y así como todo se asemejaba a aquel día de mayo en el que murió mi abuelita Raquel, ahora el arribo de la Gaby a este mundo cruel nos puso paradójicamente en momentos y escenarios similares.

Primerizos todos en la materia, al igual que como sucedió cuando doña Raquel fue internada por una inexplicable neumonía, despedimos con pañuelos blancos a la primogénita Valent, quien salió del cuarto hacia el quirófano ataviada con una inmunda y ventilada batita trepada en una camilla donde osaron forrarla de cobijas, como si tras la puerta los enfermeros descubrieran el mismísimo Polo Norte. Entraron y un foco rojo (¡yo lo vi, yo lo vi!) se encontraba encendido. Nadie dijo nada. Y entonces pasaron las horas... En mi cabeza retumbaba la siniestra musiquita que tortura a los concursantes del Jeopardi! cuando están al final del concurso y deben concentrarse para escribir la respuesta correcta, ir contra reloj, razonar lo que dicen, y de pilón recordar que una cuantiosa cantidad de dolaritos está a punto de escaparse de sus manos... Los minutos se vuelven horas, años, siglos...

Un camillero entró y salió sin ningún empacho. Nadie decía nada. El segundero se ahogaba en gritos a un mismo ritmo. Nadie decía nada. La luz roja seguía prendida. Nadie decía nada. Kittotta, siguiendo los sabios consejos de su cuñado el Chimbombo (de quien especulamos cualquier cantidad de desmayos durante la operación), buscaba una dosis extraordinaria de chisme barato farandulero, esperando con ello saciar la angustia...Es imperante recomendar en los hospitales atendidos por religiosas que tengan en sus salas de espera variedad más desestresante que "La liturgia del día" o "El santoral 2006"... y nadie decía nada.
Pasaron dos horas (y más de 15 uñas comidas) hasta que nos dieron razón alguna: ¡La bebé había nacido! Después de eso lo demás fue como de rutina: mi hermana salió primero, forrada de nuevo en sus cobijas y sin hilar ni cuánto era 7X8, luego la recién nacida (demostrando sus noveles cualidades vocales) salió en el cunero siguiendo a su mamá y al final el Chimbombo, ni desmayado ni cuerdo, pero en pie, que era lo importante.


Una vez más, los Valent reaccionamos de manera diferente, cada quien según "su propio estilo". Una vez más, un evento reunió a la familia y la gente querida. Una vez más los celulares sonaron, las visitas no cesaron, los abrazos no faltaron. Una vez más se comprueba la importancia de los ciclos, de lo que se queda detrás y de lo que llega para cambiarlo todo para siempre. Abrir y cerrar. Vidas que vienen, vidas que van. Antes Raquel nos dijo adiós. Ahora Gaby nos dice hola. Así es la magia de la naturaleza que envuelve al ser humano, aquella que nos hace complejos, extraordinarios, amorosos, inexplicables, increíbles...

Página Oficial de Gaby
http://spaces.msn.com/chimbombita

1 comentario:

Anónimo dijo...

FELICIDADES!
Así que ya eres tía...
ahora conocerás un nuevo tipo de amor, ya verás...
Felicítame mucho a tu hermana y los nuevos abuelos...

Chio