lunes, 24 de marzo de 2008

Las molestias de Saturno

En estos momentos de la vida cometo la -tal vez fatal, tal vez correcta- osadía de alejarme saludablemente de las noticias malas de la vida cotidiana. Si de por sí el diario acontecer personal se torna caótico y medio lioso, el estrés de las notas que invaden los encabezados de los diarios me dejaría más tocada que las Mañanitas.

Se rumora en los cielos y los recovecos astrológicos que la influencia de Saturno está poniendo a la humanidad con los pelos de punta en este primer trimestre del año, y si alguno de ustedes no está sufriendo los estragos de este trance planetario ¡avísenme!, serían las primeras personas en estar protegidos con una especie de súper escudo... y los envidiaría bastante.

Tengo la impresión de que somos víctimas de alguna fuerza natural que nos está agite y agite cual martini celestial. Todo el mundo anda revuelto, vaya, ni Hugo Sánchez se ha escapado de la suerte astral que nos tiene a todos o enfermos, o malvibrosos, o deprimidos, o como los Tiburones Rojos, meneándonos en la tablita para no irnos al descenso.

Para algunos, ni las vacaciones ni la llegada de la primavera (¡¡¡maldita estación psicópata!!! dicen los afectados por el vuelo del polen y el cambio en el aire) mitigaron los estragos; pasar algunos días en la playa fue como un suicidio (uno nunca está ajeno de los tumultos, de los niños que le devuelven al mar algo de lo mucho que nos ha dado, de las chanclas fugitivas, de los moscos que obstruyen una relajada vista al atardecer...), pasar horas en las carreteras tampoco debe haber sido un pasaporte a un spa y bueno... tal vez sólo quienes se treparon a las pirámides del país pudieron sentir la carga del equinoccio y las vibras de Benito Juárez en la algarabía de su cumpleaños número 202...

Aunque no he querido profundizar en los encabezados, sé perfecto que el PRD no se la está pasando tan bien... otros que traen la fuerza de Saturno quien, según la mitología fue un dios que devoró a sus propios hijos. Y si creíamos que los ricos no lloraban, al pobre Paul McCartney le caen granizos, no lloviznas. Ni la destacada diputada de Veracruz (triste el caso de Radiotelevisión de Veracruz que tuvo su momento de gloria nacional junto al nombre nada emocionante de la actriz y conductora otrora legisladora) se salva de ver sus contoneos tuberiles en el youtube.com. ¡Ni mi Cristian Castro escapa de tal explosión planetaria!

Las pilas no andan tan cargadas, las ardillas mentales están en huelga y uno tiene que sufrir las consecuencias. Lo único agradable de este choque cuántico tan extravagante y agitado es que tras la Semana Santa, que en el sentido más religioso (y universal) representa la oportunidad de entrar en contacto con un renacimiento, con un claro sentimiento de paz, podemos experimentar un chispazo de gratitud ante la deidad o aquella fuerza natural que el lector prefiera, por permitirnos despertar con vida día con día, con nuestras extremidades, con nuestro cerebro, con nuestra alma, nuestra inteligencia y nuestra voluntad bien puestas como para enfrentarnos con entusiasmo a la transición de Jupiter y dejarlo, de una elegante manera, que siga girando alegremente por cuantas casas astrales le dé su real y regalada la gana.

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