jueves, 8 de junio de 2006

Mi abuelita contraataca

Imaginen por favor la escena: el mesero nos lleva las cartas y la charola de totopos al amor de mis amores y a mí, (quienes ipso facto atacamos las crujientes botanas), mientras el muchachín, tras el sonrojo, se retira de nuestra mesa muerto de la risa por la gloriosa discusión que sosteníamos entre totopo y totopo. Mi adorado galán, en un acto arrebatado, apoya el linchamiento masivo de aquel extraño enemigo que osó profanar con sus plantas el ego femenino nacional, y yo monto el cólera por la ofuscación que causó un absurdo comentario sobre los bigotes que todas tenemos.

La verdad me negaba mencionar el tema de las feas y los bigotes por mera ética profesional, pero después de lo que mis oídos han tenido que soportar no puedo más que emplear este medio para quejarme amarga y profundamente. Si me pareció exagerado ver a Brozo arrinconar a René Bejarano exigiendo explicaciones sobre ligas y dineros, me pareció doblemente ridículo ver a Andrea Legarreta y Paty Chapoy luciendo bigotes o rompiendo fotos al aire como si el italiano en cuestión hubiera matado a todas las mujeres de Ciudad Juárez en un mes. No es posible que una sociedad tan auto racista ahora se sienta ofendida por una declaración que no merecía la menor importancia.

No es sólo de mal gusto, es una doble moral que no me explico y, al paso que voy, no lo haré nunca. Sobre todo porque este infortunado sujeto, que si bien estoy de acuerdo en que es un malagradecido de 5 neuronas, dijo una gran verdad: Todas somos bigotonas. Y una hace tanto por luchar contra el vello facial que en vez de indignarnos deberíamos aprovechar esta oportunidad para que el sexo masculino aprecie los esfuerzos cotidianos que representan someternos a la tortura de una pinza, de una crema depiladora, de la cera caliente o, ya en casos extremos, del agua jabonosa y el rastrillo. ¡Y sucede hasta en las mejores familias, a toda edad y en cualquier momento!

Mi abuelita por ejemplo, era una mujer con una cara envidiable. A sus 83 años, murió con un cutis de envidia, sin arrugas y la nariz respingada. Pero con los años su vello facial fue su perdición, a mis ojos claro, porque a ella parecía no importarle. Para mí era un asunto desesperado darle un beso y sentir aquel picor proveniente de barba y bigote. Por más que le insistía en meterle la pinza, ella, estoica, defendía lo suyo como una fiera. Así pues planeé cientos de artimañas para sorprenderla en plena siesta y acabar con el odiado enemigo facial, pero desafortunadamente mi abuela murió con su cara impecable y sus 40 pelos repartidos.


Imagino ahora al pobre Tiziano, tristeando por alguna esquina azzurra, pateando un botesito en pleno acto de melancolía por el México que no volverá a pisar gracias a los increíblemente indignados medios de comunicación, mientras en la noche el espíritu de mi abuelita, escondido, aguarda su sueño para jalarle las patas en defensa de todas aquellas mexicanas orgullosas de sus pelos.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

si!, todas tenemos bigotes, los hay largos, negros, transparentes,etc y de diversas nacionalidades!, asi que estoy de acuerdo contigo, yo siento exageración por algo que en lo personal no me insultan...arriba la bigotonas!, eso si... feas no, jjajaa...

Ylze dijo...

A mí se me hizo una payasada que le hayan dado tanta importancia al asunto, hay mexicanos famosos que han hecho cosas peores, como Salma Hayek que trata de la patada a la prensa mexicana y con la gringa es toda amabilidad, o Luis Miguel que nunca asiste a un solo evento en México pero en EEUU no falta a nunguno, a pesar de que a veces ni saben quién es (nunca olvidaré cuando leí que Mariah Carey llego a X evento acompañada de su novio "un cantante mexicano" jajaja), o la D'Alessio y sus desplantes de vieja loca. Y otros extranjeros también han sido irrespetuosos, ¿ya nadie se acuerda de lo que dijo Elvis de las mujeres mexicanas? ¿Y Britney Spears y su Britneyseñal muy amablemente dirigida a toda la bola de fans que quería verla? Y que decir de Niurka, horror!!! avergonzando a todos los cubanos.
Yo no me ofendí, no tengo bigotes y si los tuviera me los quitaría y ya está, no hay que hacer tanto alboroto. A Lucero sí que debieron vetarla los medios de comunicación y sin embargo ahí sigue.